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jueves, 3 de septiembre de 2015

Ausencia de Malicia


Cortesía de mi buen Amigo Manuel de Pesquisas Mormonas , quien amablemente ha hecho la traducción de un excelente artículo.

Ausencia de malicia


Se dice que mientras era un estudiante en la Universidad, Albert Einstein humilló a un profesor ateo al usar el argumento de “la maldad es la ausencia de Dios” contra él.


La historia:

Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta.
-¿Dios creó todo lo que existe?
Un estudiante contestó valiente:
-Sí, lo hizo.
-¿Dios creó todo?
-Sí señor, respondió el joven.

El profesor contestó, -Si Dios creó todo, entonces Dios hizo el mal, pues el mal existe y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo. El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito.
Otro estudiante levantó su mano y dijo:
-¿Puedo hacer una pregunta, profesor?
-Por supuesto, respondió el profesor.
El joven se puso de pie y preguntó:
-¿Profesor, existe el frío?
-¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?
El muchacho respondió: -De hecho, señor, el frío no existe.
Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor.
-Y, ¿existe la oscuridad?, continuó el estudiante.
El profesor respondió:
-Por supuesto.
El estudiante contestó:
-Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe.
La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio terminado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.
Finalmente, el joven preguntó al profesor:
-Señor, ¿existe el mal?
El profesor respondió:
-Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal.
A lo que el estudiante respondió:
-El mal no existe, señor, o al menos no existe por si mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.
Entonces el profesor, después de asentir con la cabeza, se quedó callado.
El nombre del joven era: Albert Einstein.


Video: https://www.youtube.com/watch?v=1BUMhdos2Ik

Origen:

Para quienes buscan una respuesta rápida a la pregunta “¿es esto verdadero?”, debemos decirles que no. Nada remotamente parecido a la escena relatada arriba aparece en ninguna biografía o artículo sobre Albert Einstein, ni es congruente con las opiniones científicas expresadas por él en el tema de religión (en las que se describió como un agnóstico o un “no creyente en religión”).

En lo que respecta al tema de este video, la cuestión de cómo el mal y el sufrimiento pueden sobrevivir en un universo creado y administrado por un ser supremo amoroso es una de los problemas más grandes para la fe. Las explicaciones postuladas sobre esta paradoja son conocidas como teodiceas, y tales respuestas han sido pasadas por siglos a los miembros de los muchos sistemas de fe cuando buscaban una respuesta lógica a la pregunta, “Cómo es posible que un Dios justo y moral pueda coexistir con la maldad. Algunas de esas respuestas son:
  • Libre albedrio: Dios le dio a sus hijos el derecho a elegir quienes quieren ser, y algunos eligen ser malos.
  • Un ser supremo imperfecto: Dios lucha valientemente para tratar de lidiar con un universo lleno de eventos azarosos (caos), pero poderoso como es, no puede deshacer cada cosa horrible que pasa a cada momento.
  • El diablo: Una entidad malvada se aprovecha de los de voluntad débil, haciendo que muchos de los que son imperfectos vayan a su lado, donde al principio son bienvenidos, y después son enviados a hacer su mandato. Mientras que Dios va a ganar la batalla final contra su adversario, los ayudantes de esta entidad van a causar desastres.
  • Incomprensibilidad: “La bondad” y “la maldad” son construcciones humanas nacidas del entendimiento limitado de la gente sobre el universo. Si la gente pudiera ver las cosas a través de los ojos de Dios, entenderían la moralidad y la rectitud de todo lo que ahora los deja horrorizados y llenos de ansiedad por lo que parece una injusticia.
La respuesta avanzada en la historia mencionada anteriormente ofrece otra explicación: La maldad es la ausencia de Dios, de la misma manera que el frio es la ausencia de calor, y la oscuridad es la ausencia de luz. Este argumento ha existido por mucho tiempo, lo mismo que la leyenda del estudioso piadoso que lo usa para callar a su profesor ateo.
El nombre de Einstein se usa en leyendas cuyos argumentos requieren una persona inteligente, una persona que la audiencia reconocerá inmediatamente (por ejemplo, rendiciones modernas de leyendas antiguas sobre un rabino que cambia lugares con su sirviente son reemplazadas con Einstein, en el lugar del rabino, y su chofer, en el lugar del sirviente). Este ícono cultural tan venerado se ha convertido, al menos en el mundo de las historias contemporáneas, en un personaje genérico que puede usarse cuando el guion requiere un genio.
De la misma manera, “el profesor ateo” es una figura común en un número de leyendas urbanas y anécdotas de los fieles: se lo echa en la mezcla cuando hay necesidad de alguien que represente a la soberbia de la ciencia, la cual es humillada por la sabiduría de la religión, al menos en estas historias. Pero no se lo agrega simplemente para servir como un ícono del conocimiento humillado, sino para vociferar su falta de fe. Tal como el villano de los melodramas de la antigüedad tiene que tener un bigote grande y puntiagudo, una capa negra, y una risa malvada, el profesor abusivo de tales historias tiene que ser ateo: No es suficiente que sea insufrible, sino que debe estar arrogantemente intentando acrecentar la mente de sus estudiantes haciendo que cuestionen creencias profundas. Él debe ser alguien que rechaza la existencia de Dios, un papel asignado que crea más interés en lo que originalmente habría sido un debate aburrido de filosofía entre dos creyentes en la fe.

“El profesor ateo” toca su papel estereotípico al ser humillado en la historia de la tiza caída, donde él (otra vez) desafía a sus estudiantes en el tema de la existencia de Dios—En la historia de la tiza caída, un profesor desafía a Dios a que evite que su tiza se rompa al caer, después de lo cual procede a tirar su tiza al piso. Él es también crucial en estas historias, las cuales son otra variación del mismo tema:

Un profesor universitario le pregunta a su clase, “¿Han visto a Dios?” y nadie le responde. Entonces pregunta, “¿Alguna vez han sentido a Dios?” y otra vez nadie responde. Finalmente pregunta, “¿Alguna vez han escuchado a Dios?” y, como las otras veces, nadie responde. Entonces dice, “Es obvio que no hay un Dios”.
Un día una estudiante cristiana había tenido un día muy malo; su auto se rompió, su madre estaba enferma, su novio estaba de viaje, y se había sacado una nota muy mala en uno de sus exámenes. Estaba cansada del show diario de su maestro, así que decidió decir algo al respecto.
Mientras el profesor se paró al comienzo de la clase e hizo lo de siempre, la estudiante tuvo una idea. Se paró y dijo, “Profesor, ¿le molestaría si digo algo?” El profesor respondió, “Por supuesto que no”.
La muchacha le dijo a la clase, “¿Alguna vez han visto el cerebro de nuestro profesor?” Nadie respondió. Entonces preguntó, “¿Alguna vez han sentido el cerebro de nuestro profesor?”. Otra vez nadie respondió. Finalmente preguntó, “¿Alguna vez han escuchado al cerebro de nuestro profesor? Y, como las otras veces, nadie respondió.
Entonces dijo, “Es obvio que nuestro profesor no tiene cerebro”.


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Un profesor ateo estaba enseñando una clase de universidad y le dijo a la clase que iba a demostrar que no hay un Dios.
Dijo, “Dios, si eres real, entonces quiero que me tires de esta plataforma. Te doy 15 minutos”.
Pasaron diez minutos.
El profesor siguió burlándose de Dios, diciendo, “Aquí estoy, Dios. Sigo esperando”.
En los dos últimos minutos, un marino recién relevado de su cargo y recién registrado en la clase, se dirigió al profesor, le pegó con toda su fuerza en la cara, y lo envió volando de su plataforma.
El profesor se levantó dificultosamente, temblando visiblemente, y gritó, “¿Cuál es su problema? ¿Por qué hizo eso?”
A lo que el marino respondió, “Dios estaba ocupado, así que me envió a mí”.


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A los soldados Navy SEAL se les enseña que
1. Deben mantener sus prioridades en orden, y
2. Saber actuar sin vacilación
Un Navy SEAL estaba atendiendo clases de universidad entre asignaciones. Había completado misiones en Iraq y en Afganistán. Una de las clases tenía un profesor que era un ateo declarado y miembro de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles. Un día choqueó a su clase cuando miró al techo y dijo “Dios, si eres real, entonces te pido que me tires de esta plataforma. Te doy exactamente 15 minutos”.
El aula estaba en completo silencio. Podía escucharse una aguja caer. Diez minutos pasaron y el profesor declaró, “Aquí estoy, Dios. Sigo esperando”.
En los últimos dos minutos, el SEAL se levantó de su silla, fue a donde estaba el profesor, y le pegó, tirándolo de la plataforma. El profesor quedó inconsciente. Los otros estudiantes estaban sorprendidos y permanecieron en sus asientos en silencio.
El profesor eventualmente se despertó, visiblemente tembloroso, miró al SEAL y le preguntó, “¿Qué demonios es tu problema? ¿Por qué hiciste eso?”
El SEAL respondió tranquilamente, “Dios estaba ocupado protegiendo a los soldados de los Estados Unidos que están protegiendo su derecho a decir estupideces y a actuar como un imbécil. Así que me envió a mí”.

La clave para entender el atractivo de estas historias yace en esta línea de la historia “la maldad es la ausencia de Dios”: 

El profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito.
La fe no puede ser demostrada (o lo contrario); si tales validaciones son posibles, esos conceptos dejarían de ser una cuestión de fe y pasarían a ser un hecho. Desafortunadamente, esto deja a aquellos que están convencidos de la existencia de Dios sin una respuesta indiscutible e irrefutable para quienes los desafían a proveer evidencia de la veracidad de sus sistemas de creencias, o sin poder demostrar que sus direcciones internas son las correctas más allá de toda duda.

El hecho de que Dios permita que la maldad exista (y, según algunos, que prospere) es visto por los no creyentes como una señal indiscutible de que no hay un ser supremo. Este rompecabezas es señalado por ellos como la falacia que prueba el negativo y que no puede responderse: Ellos piensan que un Dios todo poderoso y amoroso hubiera hecho que la maldad desapareciera, por lo tanto ese Dios no existe, o no es todo poderoso, o no ama a sus hijos. Como tal, esta paradoja puede ser inquietante para los creyentes: no sólo tienen que luchar con esa aparente desconexión, sino que no pueden responder convincentemente a los críticos cuando este tema surge. Se encuentran similarmente incapaces de demostrar la existencia de Dios.

Las historias de profesores ateos que son humillados por creyentes son una manera en las que los creyentes se desahogan de sus frustraciones y a la vez muestran deleite por estar armados con respuestas listas. Estas son historias de afirmación, parábolas modernas de pruebas superadas y de adversarios poderosos superados por aquellos que se mantienen firmes en sus creencias, aun cuando son ridiculizados por figuras autoritativas. Como las parábolas, intentan inspirar una determinación en aquellos con quienes son compartidas: Si los miembros del rebaño alguna vez se encuentran en situaciones similares, deberían imitar a esos bravos estudiantes legendarios que se enfrentaron a los profesores ateos.


Original en inglés: http://www.snopes.com/religion/einstein.asp

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