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miércoles, 15 de junio de 2016

La Décima Parte del Señor - Según el Famoso Apóstol y Erudito Mormón James E. Talmage



Un folleto sobre el diezmo del famoso apóstol mormón James E. Talmage publicado por la iglesia. En este el autor expresa un punto de vista sobre dicha "ley" que dista de la forma en que es practicada actualmente por la iglesia mormona. Este artículo fue mal citado por el Élder Holland en su discurso de la Conferencia General de octubre de 2002 "Como huerto de riego" omitiendo aspectos importantes del mismo con el fin de enfatizar el pago del diezmo de todo y no de lo que sobra, después de pagar las necesidades básicas, como lo enseñó Talmage.


LA DÉCIMA PARTE DEL SEÑOR
Traducido del original en Inglés "The Lord's Tenth" de Talmage, por su servidor.


Por James E. Talmage
del Consejo de los Doce,
de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

"La tierra es del Señor y su plenitud".

En reconocimiento al así declarado supremo poseedor, el gran propietario requiere de sus inquilinos un alquiler de su tiempo y sustancia. Como reconocimiento de nuestra relación como arrendatarios, y de él como propietario, se nos manda dedicar específicamente una séptima parte de nuestro tiempo, un día de siete, a su servicio exclusivo. De nuestra sustancia y aumento del mismo, el Señor nos pide una décima parte. Esto es el diezmo.

ABRAHAM PAGADOR DE DIEZMO

El pago del diezmo era un rasgo prominente en la ley mosaica, sin embargo la práctica anterior se puede perder de vista fácilmente. El diezmo es anterior a Israel. De esa forma leemos en relación con la historia del regreso de Abraham de su victoria al perseguir a los merodeadores y asesinos enemigos de su pueblo:
"18 Entonces Melquisedec, rey de Salem, el cual era sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino,
19 y le bendijo, diciendo, Bendito sea Abram del Dios Altísimo, poseedor de los cielos y de la tierra;
20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos. Y le dio Abram los diezmos de todo."
En este sentido, es interesante tener en cuenta los comentarios del Nuevo Testamento en relación con el mismo incidente y la forma en que se exalta la grandeza de Melquisedec, el sumo sacerdote, al que incluso el patriarca, Abraham, le pagó el diezmo:
1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo,
2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo,cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz;,
4 Considerad, pues, cuán grande fue este, al que aun Abraham, el patriarca, dio diezmos del botín.
5 Y ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio tienen mandamiento de recibir del pueblo los diezmos según la ley, a saber, de sus hermanos, aunque estos también hayan salido de los lomos de Abraham.
6 Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos y bendijo al que tenía las promesas.
7 Y, sin contradicción alguna, el que es menor es bendecido por el que es mayor.
8 Y aquí ciertamente los hombres mortales reciben los diezmos; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive.

EL VOTO DE JACOB

La ley del diezmo en el antiguo Israel era bien entendida. Nos parece que fue especialmente ordena, y sencillamente reconocida antes del éxodo. Llama a la mente el incidente en que Jacob estando en apuros, buscó el camino de regreso a la casa de su padre, y la forma en que hizo convenio con el Señor. Este es el registro de las Escrituras:
20 E hizo Jacob voto, diciendo: Si va Dios conmigo y me guarda en este viaje en que voy, y si me da pan para comer y vestido para vestir,
21 y si regreso en paz a casa de mi padre, entonces Jehová será mi Dios.
22 Y esta piedra que he puesto por señal será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, sin falta el diezmo apartaré para ti.

EL DIEZMO EN EL CÓDIGO MOSAICO

Si la santidad del diezmo, como una décima parte, no hubiera sido comprendida plenamente aquellos días, uno se podría preguntar por qué Jacob especifica la décima parte en lugar de alguna otra fracción, como la quinta o la séptimo o la duodécima. Pero él se comprometió a dar al Señor la décima parte de todo lo que habría de recibir; y esto lo hizo de acuerdo con la proporción pagada por Abraham antes de ese momento, y con la especificación precisa de la décima parte de la ley dada más adelante bajo la administración de Moisés. Recordemos que la misma palabra "diezmo" significa una décima parte, ni más ni menos. Este fue el requisito dado al pueblo de Israel después de haber sido sacado de Egipto;
30 Y todo el diezmo de la tierra, tanto de la semilla de la tierra como del fruto de los árboles, es de Jehová; es cosa consagrada a Jehová.
31 Y si alguno quiere redimir algo de su diezmo, le añadirá la quinta parte.
32 Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, la décima cabeza será consagrada a Jehová.
33 No mirará si es bueno o malo, ni lo cambiará por otro; y si lo cambia, él y su sustituto serán cosas sagradas; no se redimirán.
Tras el desarrollo de los hijos de Israel en una nación teocrática, la práctica de pagar el diezmo en especie se convirtió en una de las características por las que, los adoradores de Jehová, se distinguían de todos los demás pueblos. 

Mientras los Israelitas cumplían fielmente con la ley del diezmo prosperaban; y cuando dejaron la tierra ya no se santificó como buena. 

Los santos profetas advirtieron, reprendieron y reprobaron con claridad la forma en que la gente una y otra vez cayó en transgresión, se olvidó del Señor, y se olvidó de dar de su sustancia como era requerido por la ley que profesaban observar.

Ezequías (véase 2 Crónicas 31: 5-10) y Nehemías (véase Nehemías 13: 10-13) eran particularmente contundentes en sus esfuerzos por despertar a la gente del riesgo que amenazaba como consecuencia de su descuido de la ley del diezmo; y, después, Malaquías, expresó la palabra de Jehová al reprender, advertir contundentemente, y expresar la promesa en relación con el pago de la décima parte del Señor.

EN EL MERIDIANO DE LOS TIEMPOS

En la época del ministerio personal de nuestro Señor en la carne la ley del diezmo había sido complementada por innumerables reglas, que comprendían exacciones no autorizadas a menudo sobre la base de meras trivialidades. Cristo aprobó el diezmo, pero dejó en claro el hecho de que otros deberes son, sin embargo imprescindible. Véase Mateo 23:23. 

La ley del diezmo se observó aún profesadamente durante el período apostólico antiguo, y durante un tiempo considerable después, más o menos completamente. Poco a poco, sin embargo, la práctica del diezmo fue despojada de su carácter sagrado y fue usada para servir como medio de impuestos estatales o seculares.


BAJO LA LEY SECULAR 

A principios del siglo IX Carlomagno emprendió la recolección del diezmo por la fuerza y los convirtió en parte de los ingresos del estado; y por lo tanto la santidad del diezmo se oscurecido aún más. En Inglaterra, el diezmo fue impuesto por la autoridad de la ley civil. Del arrendamiento de la tierra y de todo el producto se recogía una décima, ya fuera voluntariamente pagada o de cualquier modo; por lo que el diezmo llegó a pertenecer a la iglesia establecida. En virtud de la ley que regulaba la carga diezmo-alquiler se hacía posible pagar el alquiler en dinero; aunque hasta hace relativamente años reciente los diezmos debían ser pagados en especie. Los "diezmos mayores" eran aplicados en ese momento al maíz, la madera y ciertos otros productos del campo y los bosques, y los "diezmos menores" eran de las ganancias secundarias especificas. Por una extraña interpretación se argumentó que aquello que estaba en la tierra no debía ser considerado como producto, y, por lo tanto, el carbón y los metales preciosos no eran diezmados por no haber un aumento de los mismos. El césped, que crece de forma visible, estaba exento también, mientras que la madera que era cortada con el hacha debía ser diezmada. Tales inconsistencias extrañas surgieron a través intento del hombre de alterar la ley de Dios y por administrarla el mismo sin la autoridad divina.

LA AMONESTACIÓN Y PROMESA  

Como ya se ha señalado la observancia de la ley del diezmo era periódicamente descuidada o ignorada por los antiguos israelitas, a quienes les fue especialmente requerida, y los profetas levantaron sus voces anunciando el disgusto del Señor. Tenga en cuenta la prueba de la gravedad y la promesa alentadora de el Señor por boca de Malaquías:
Dad a Cesar lo que es de cesar y a Dios... ¿Que es de Dios?
7 Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis estatutos, y no los habéis guardado. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Pero dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?
8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.
9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.
10 Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
11 Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.
12 Y todas las naciones os llamarán bienaventurados, porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

LA LEY DEL DIEZMO HOY

Los Santos de los Últimos Días profesan ser observadores de la ley del diezmo. El requerimiento que de este modo se hace a ellos no está directamente basado en el hecho de que el pago del diezmo era parte del código mosaico, sino porque se ha restablecido la ley en la Iglesia en esta dispensación de restauración y plenitud.

En cuanto a los deberes de las personas relacionadas con el diezmo en este día el Señor definitivamente ha hablado.

En una revelación dada a José Smith el Profeta en Far West, Misuri, el 8 de julio de 1838, en respuesta a la súplica:

“¡Oh Señor! Indica a tus siervos cuánto requieres de las propiedades de tu pueblo como diezmo”.
1 De cierto, así dice el Señor, requiero que todos sus bienes sobrantes se pongan en manos del obispo de mi iglesia en Sion,
2 para la construcción de mi casa, para poner el fundamento de Sion, para el sacerdocio y para las deudas de la Presidencia de mi iglesia.
3 Y esto será el principio del diezmo de mi pueblo.
4 Y después de esto, todos aquellos que hayan entregado este diezmo pagarán la décima parte de todo su interés anualmente; y esta les será por ley fija para siempre, para mi santo sacerdocio, dice el Señor.
5 De cierto os digo, acontecerá que todos los que se reúnan en la tierra de Sion serán diezmados de todas sus propiedades sobrantes y observarán esta ley, o no serán considerados dignos de permanecer entre vosotros.
6 Y os digo que si mi pueblo no observa esta ley para guardarla santa, ni me santifica la tierra de Sion por esta ley, a fin de que en ella se guarden mis estatutos y juicios, para que sea la más santa, he aquí, de cierto os digo, no será para vosotros una tierra de Sion.
7 Y esto servirá de norma a todas las estacas de Sion. Así sea. Amén.

AUTORIDAD PARA ADMINISTRAR LOS DIEZMOS

¿Estos son los autorizados para cobrarte el diezmo?
Así como en la antigüedad, en este día el diezmo es del Señor y por lo tanto es sagrado. Diezmar fondos o bienes de cualquier naturaleza, al ser pagados como diezmos no deber ser administrados por manos no autorizadas. Los sacerdotes del antiguo Israel fueron comisionados con este deber sagrado, y en la presente dispensación el mismo orden prevalece. La responsabilidad del manejo de los diezmos se coloca sobre los obispos de hoy, quienes por su oficio actúan en su calidad de presidentes del Sacerdocio Aarónico. Una vez más, como en la antigüedad, ahora los diezmos deben ser pagados en el lugar designado y a los receptores y encargados debidamente ordenados. Actualmente el Obispo de la Iglesia, que es conocido como el Obispo Presidente, con la asistencia de muchos obispos de barrio. Éstos como representantes de las y los miembros ante el Obispo Presidente, reciben el pago de los diezmo y los envían a la oficina del Obispo Presidente. El orden de la Iglesia en su composición actual establece que los diferentes obispos pueden convertir en efectivo el producto pagado como diezmo en especie, y entregar las ganancias a la Obispo Presidente.

Es interesante el hecho de que durante los últimos años, sobre todo durante las dos décadas inmediatamente anteriores, se han hecho intentos por muchas sectas y denominaciones de revivir la antigua práctica del diezmo. Las iglesias están organizando entre sus miembros sociedades o clubes de "diezmo", que se comprometen voluntariamente a pagar a sus respectivas iglesias una décima parte de sus ingresos individuales. En algunas de estas sociedades se permiten dar a conocer a los contribuyentes los fines para los cuales se aplicarán los diezmos. La gran dificultad que nuestros amigos sectarios encuentran en el restablecimiento de la práctica del diezmo entre sus numerosas sectas es - y se dan cuenta en parte - que no tienen sacerdotes ni levitas autorizados 
entre ellos para recibir el diezmo y administrarlo estrictamente de acuerdo con el orden divino. La autoridad del Santa Sacerdocio es esencial para la regulación del sistema de diezmo del Señor. El diezmo es el sistema de ingresos del Señor, y Él lo requiere de la gente, no porque carece de oro y plata, sino porque ellos necesitan pagarlo.

AÚN SE REQUIERE QUE SEA VOLUNTARIO

¿Voluntario?
El pago del diezmo debe ser voluntario, un sacrificio de libre voluntad, sin ser exigido por un poder secular, ni forzado por imposición de penas, multas o cualquier otra cosa. Mientras que de cierta forma es una obligación auto-asumida, es sin embargo una ley para ser observada con íntegro propósito de corazón a través de la fuente de ingresos que afirma tener en la Iglesia y que profesa cumplir con la palabra revelada dada por el espiritual desarrollo de sus miembros.

Es esencial que los hombres aprenden a dar. Sin la posibilidad de tener esta formación el plan en la escuela de la mortalidad sería seriamente defectuoso. La sabiduría humana no ha podido idear un medio más equitativo de contribución individual para las necesidades de la comunidad 
que el plan simple del diezmo. Cada uno da la cantidad proporcional a su ingreso, y lo hace de forma periódica y sistemática. El espíritu de dar hace que el diezmo sea sagrado; y es por medio de este modo santificado que las actividades materiales de la Iglesia se realizan sucesivamente. Las bendiciones, específicas y surtidas, se ponen al alcance de todos. En la obra del Señor, el centavo de la viuda es tan aceptable como la pieza de oro del millonario.

Los Santos de los Últimos Días creen que el sistema del diezmo ha sido divinamente designado para ser observado; y se creen a sí mismos tan bendecidos como que se les permite tener parte en la consecución de los propósitos de Dios. En virtud de este sistema las personas han prosperado en particular como cuerpo organizado. Es la ley de ingresos simple y eficaz de la Iglesia, y su funcionamiento ha sido un éxito desde el momento de su creación. Entre nosotros es obvia la necesidad de hacer la recolección en las asambleas religiosas, lo que hace posible la promulgación del mensaje de la Iglesia a través de la palabra escrita y hablada, la construcción y el mantenimiento de los templos para el beneficio tanto de los vivos como de los muertos, y las distintas fases de servicio que son demasiado numerosas para mencionarlas.

Hay una distinción importante entre los diezmos y otras ofrendas. Mientras que la observancia de la ley del diezmo debe ser dispuesta y voluntaria, sin embargo, se requiere, de hecho se exige, por el Señor que el diezmo sea pagado por su propia voluntad, si se han convertido en sus hijos del convenio a través del bautismo.

Un grande y demasiado común error es que tenemos en cuenta el pago de los diezmos como la entrega de un regalo al Señor. Esto no expresa toda la verdad. Se han previsto ofrendas voluntarias que cualquier hombre puede optar por hacer; y si se ofrecen con fines puros de corazón y es él mismo hombre un dador aprobado, su don deberá ser aceptado y ser contado por justicia; pero esto no es el diezmo; el diezmo es más bien una deuda que un regalo.

EL DIEZMO COMO UNA RENTA

De acuerdo a mi opinión sobre el asunto, es como si hubiera un contrato de arrendamiento entre mi persona y el Señor, y que en realidad Él me hubiera dicho:

"Tú tienes necesidad de muchas cosas en este mundo: de comida, ropa y techo para ti y tu familia, de las comodidades comunes de esta vida, y las cosas que han de llevarte al refinamiento, al desarrollo y al justo goce. Deseas posesiones materiales que usarás para ayudar a los demás, y por lo tanto ganar mayores bendiciones para ti y los tuyos. Ahora tendrás los medios para adquirirlas, pero recuerda que todas son mías y que exijo de ti el pago de una renta por lo que pongo en tus manos. Sin embargo, como tu vida no será de progreso constante en cuanto a los fondos y posesiones; tendrás pérdidas, así como ganancias; tendrás periodos de problemas así como tiempos de paz. Algunos años serán años de abundancia para ti, y otros serán años de escasez, Y, ahora, en lugar de hacer lo que hacen muchos propietarios terrenales que te exigen que pagues por adelantado, sea cual sea tu fortuna o perspectivas, a mí me pagarás no por adelantado, sino cuando recibas; y me pagarás de acuerdo con lo que recibas. Si un año tus ingresos son abundantes, entonces puedes darte el lujo de pagar un poco más; pero si el año siguiente es de dificultades y tu entrada no es lo que era, entonces me pagas menos; y si llega a pasar que caes a lo más bajo de la miseria, entonces no tienes siquiera que pagarme nada".

¿Han encontrado alguna vez en esta tierra a un propietario que estuviera dispuesto a ofrecerles esa clase de contrato con ustedes? Cuando considero esa libertad de todo, y la consideración que mi Señor ha tenido conmigo, siento profundamente que casi no me atrevería a levantar los ojos hacia arriba en el cielo si tratara de defraudarlo de aquello que es su justa renta.

UN PRIVILEGIO DE TODOS POR IGUAL

¿Privilegio de TODOS? ¿Entonces por que ellos no lo pagan?
Consideren la forma de la misma y por lo tanto como Él ha provisto de que incluso el más humilde pueda recibir en abundancia de las bendiciones de su "casa". La riqueza de los cielos no está reservada para la gente rica de la tierra, incluso los más pobres puede ser accionistas en la gran empresa de nuestro Dios, organizada para el ejercicio de sus fines, la difusión del Evangelio, la construcción de templos y otros centros de adoración en su nombre, y en hacer el bien a toda la humanidad.

No se olviden que el presente es un día de sacrificio, y un día en que el diezmo es requerido a todos los que profesan ser miembros de la Iglesia de Jesucristo, a quienes se les da la promesa de que serán conservados del día de la quema cuando acontezca la segunda venida de Cristo. Véase Doctrina y Convenios 64:23; compare con Malaquías 4.

Después de todo, el propósito principal o más grande detrás de la creación de la ley del diezmo es el desarrollo del alma del que paga el diezmo, en lugar de la proporción de los ingresos. Este último es un propósito de suma importancia, en la medida en que el dinero es necesario para el ejercicio de la labor de la Iglesia, el Señor requiere que el dinero sea
santificado por la fe del donador; pero más allá de la estimación de las bendiciones, tal como se mide por la moneda del reino, se asegura de que aquel se ajuste estrictamente a la ley del diezmo, porque el Señor así lo ha mandado.

James E. Talmage.


La décima parte ¿del Señor?

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