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lunes, 7 de diciembre de 2015

La Puta de Babilonia y Sus "Santos Padres"


Otro interesante fragmento de la obra del maestro Frenando Vallejo, "La Puta de Babilonia", donde nos deleita con sus letras, a la vez que abre nuestros ojos sobre la historia de la Iglesia católica, a la que él, muy acertadamente llama, La Puta.


Un espectacular análisis sobre algunos de los papas católicos y sus "excentricidades", por no decir desfachatez.



...Mi papa preferido es Rodrigo de Borja y Borja (en italiano Borgia), alias Alejandro VI, sobrino de Alfonso de Borja, alias Calixto III, los dos únicos papas de raza hispánica que hayan servido a la Puta, simoníacos y nepotistas ambos aunque en menor medida el tío pues reinó poco pues llegó viejo al puesto. Este Calixto hizo cardenales a dos de sus sobrinos veinteañeros y uno de ellos fue Rodrigo; a otro lo nombró gobernador de Castel Sant'Angelo y prefecto de Roma; y estaba a punto de montar a otro en el trono de Napóles cuando lo llamaron a su banquete los gusanos. A los cristianos les prohibió toda relación social con los judíos. Anuló, eso sí, la sentencia contra Juana de Arco. ¡Pero veinticinco años después de que la quemaran viva en Rúan! Que no había sido ni bruja ni hereje. Que perdón. Lanzó una cruzada para liberar a Constantinopla recién tomada por los turcos pero resultó un fiasco. Yeso es todo respecto al tío, que hasta donde se sabe no dejó descendencia. Pasemos al sobrino que fue un copulador y un engendrador nato.

Calumniado como Nerón, vilipendiado hasta por los historiadores más serviles de la Puta, dicen que Alejandro VI fue el papa más malo. ¿Y cómo lo miden? ¿Por las amantes que se consiguió? ¿Por los hijos que engendró? ¿Por la protección que les dio? ¿Por los cardenales que sobornó? ¿Por las indulgencias que vendió? ¿Por las fiestas putañescas que dio? ¡Y quién no! ¡Todo ello es tan papal, tan humano! Está en el orden natural de las cosas: los pájaros vuelan, el río fluye, el viento sopla. Que quemó a Savonarola. ¡Y sí! Donde no lo hubiera quemado, este Calvino ayatola lo habría quemado a él. ¿Que compró un cónclave? ¡Cuántos de sus predecesores y sucesores no han comprado cónclaves! ¡Los venden con todo y paloma! ¿Que vendió indulgencias? ¡Y qué tendero no vende! ¿Que se parrandeó hasta su último aliento el pontificado? Beatus Ule! Si a usted le parece mal, cuando lo elijan papa no se lo parrandee a lo Borgia: haga la caridad, recoja niños de la calle, quiera a los pobres. Entre los veintidós purpurados del Colegio cardenalicio que lo eligió él era el segundo en riqueza: compró a diecisiete, entre los cuales el cardenal de Venecia, de 96 años, que le costó cinco mil ducados, y el cardenal Sforza que le costó cuatro muías cargadas de oro. Pues bien, de los cinco cardenales que no se vendieron, dos a su vez se hicieron elegir papas: Piccolomini o Pío III, el inmediato sucesor de Borgia y que sólo reinó diecisiete días ya que murió "de gota"; y Della Rovere o Julio II, el sucesor del anterior, que tuvo que comprar hasta a César Borgia, el hijo de papá Rodrigo que llevaba un mes apenas en proceso de putrefacción. Cardenal que no se vende compra. "Alejandro vende las llaves, el altar y al mismo Cristo y con todo derecho pues los compró" iba diciendo el viento mientras barría a Roma.


"¡Soy papa! ¡Soy papa!", gritaba el cardenal Borgia más feliz que perro con hueso no bien lo eligieron, y se ayudaba a poner él mismo las galas pontificias apurándose para salir a bendecir al rebaño estúpido y a parar el báculo. ¡Qué no hizo! ¡Cómo gozó! ¡Qué bien entendió lo que medio milenio después Wojtyla iba a llamar en el epicentro del sida, en África, "el banquete de la vida"! Con Vannoza de Catanei tuvo cuatro hijos: Giovanni, César, Lucrecia y Joffré. Con la hermosa Giulia Farnese, a la que le llevaba cuarenta años, due maschietti: un Rodrigo como él y otro Giovanni. Y varios desconocidos con varias desconocidas. A su primer Giovanni lo hizo duque de Gandía a los 16 años; a César lo hizo cardenal a los 18 años; a Lucrecia le arregló tres matrimonios principescos; y al hermano de Giulia, Alejandro Farnese, lo hizo cardenal a los 25 años, abriéndole así el camino para que luego a su vez fuera papa y papá: Pablo III, con cuatro hijos que le dieron nietos de los que nombró a dos, de 15 y 16 años, ¡cardenales! Antes de Inocencio VIII, que fue el inmediato antecesor de Alejandro VI, los papas sólo engendraban sobrinos. Con estos dos corajudos papas la cosa cambió: ¿por qué se iba a avergonzar un papa de su progenie? ¿Se avergüenzan acaso los carpinteros, los mé dicos, los conejos, los caballos? ¿Y no tuvo el apóstol Pedro mujer y suegra, que Jesús le curó? Que el ignorante lea los evangelios. A Inocencio VIII le decían "Santo Padre" porque lo era de media Roma, si bien él sólo reconocía a una hija y a Franceschetto, a quien cargó de honores y riquezas e hizo cardenal a los 13 años. En una sola noche jugando con otro purpurado, este Franceschetto perdió catorce mil ducados: al día siguiente el papa obligó al tramposo cardenal a restituirle a su muchacho lo mal habido. En una ocasión en que el Santo Padre había caído en uno de sus usuales ataques de letargia, el Santo Hijo, Franceschetto, se alzó con el tesoro papal. ¡Que se lo llevara! ¡Qué importaba! ¡Para eso era su hijo! Inocencio VIII murió dos meses antes del descubrimiento de América, que vino a caer así bajo el pontificado de nuestro Alejandro VI, su sucesor. Una vez coronado, Alejandro VI convocó su primer consistorio: para comunicarles a los cardenales que los iba a purgar a todos por venales. ¡Qué va! Era un hombre generoso. No bien descubrieron a América la repartió de inmediato por mitades, sin guardarse para sí ni un solo palmo de tierra, entre España y Portugal (y les habría repartido también la Luna si se hubiera sabido entonces en qué consistía exactamente Selene). Burchard, su maestro de ceremonias, nos deja relatada en su diario la gran orgía de cincuenta prostitutas romanas que se ayuntaban con otros tantos servidores de palacio en competencia por los premios que les ofrecía Su Santidad, quien en compañía de Lucrecia, asomados padre e hija desde lo alto por una ventana, los animaban. A César le dio el pomposo título de "César Borgia de Francia, por la gracia de Dios Duque de Romana y Valencia y Urbino, Príncipe de Andria, Señor de Piombino, Adalid y General en Jefe de la Iglesia". De haber vivido hoy en México Rodrigo Borgia habría sido del PRI, se habría hecho elegir presidente, se habría alzado con dos mil millones de dólares y me habría dado a mí, su hijo Ferdinandus, cuando menos quinientos millones. ¡Pero qué, nací de padre pobre y honrado! Honrado con ese dip loma estúpido que le mandó Pío XII por los veinte hijos que engendró para Cristo en una sola mujer dada su empecinada monogamia. Dios es injusto. A unos los hace hijos de albañil, a otros hijos de papa. ¡Viejo cabrón!

Y tras generoso, el papa Borgia era previsor. Con la invención de la imprenta todavía fresca y olfateando el peligro, creó lo que después Pablo IV bautizó como el Índice de libros prohibidos: el catálogo de libros de prohibida impresión, venta y lectura bajo pena de excomunión. De siglo en siglo y de edición en edición el índice se fue abultando y ampliando a tal grado que lo único que le faltaba ya era incluirse a sí mismo. Entonces en 1966, con una papada de esas que tanto me chocan (papada es "acto arbitrario de papa"), Pablo VI lo suprimió y levantó la excomunión. En fin, pese a ser el verdadero inventor de esa máquina de guerra que fue el índice, jamás Alejandro VI persiguió los pasquines que imprimían los envidiosos en su contra. Le harían gracia. Y si a alguien asesinó, no fue por mezquinas razones personales sino por los altos intereses del Estado. Así a Savonarola lo tuvo que ajusticiar cuando este histérico se puso a convocar un concilio desde su teocrática Florencia dizque para deponer al papa por pecados de la carne y por corrupto. Papa corrupto es pleonasmo, y el único pecado de la carne, Savonarola, es comérsela. ¡Qué bueno qué te ahorcaron y quemaron por dominico!

Mintiendo con la verdad, los historiadores lacayos al servicio de la Puta dicen que el papa Borgia fue un papa malo, ¡como si los restantes hubieran sido buenos! A los primeros treinta y cinco la Puta los canonizó en bloque: San Pedro, San Lino, San Cleto, San Clemente, San Evaristo, San Alejandro, San Sixto... Y de los veintidós siguientes canonizó a dieciocho: San Dámaso, San Siricio, San Anastasio, San Inocencio, San Zósimo... ¡Qué Puta tan desvergonzada! De buena parte de esos papas no sabía sino los nombres, ¡y ya santos! A ver, haga la prueba usted, récele por ejemplo a San Zósimo para que le haga ganar la lotería y me cuenta. O que le cure un cáncer de páncreas. Aunque esta vez no me alcanzará a contar porque con San Zósimo o sin San Zósimo en un mes ese cáncer se lo lleva. Cuatro de los primeros papas eran hijos de curas, y el número 40, San Inocencio, era hijo del 39, San Anastasio; y San Silverio, el 58, era hijo de San Hormisdas, el 52. Nadie que tenga hijos puede ser santo. El que tiene hijos es un criminal. ¿Y no se peleó pues el 23, San Esteban, con el obispo de Cartago San Cipriano al que quería dominar pretendiendo la primacía de su obispado de Roma sobre los otros con el cuento del Tu es Petrus que está en el Evangelio de Mateo, que es tan espurio como el de Lucas, que es tan espurio como el de Marcos, que es tan espurio como el de Juan? Tan falsos los cuatro como es de absurdo el tal Cristo que se inventaron. ¡Con que Tu es Petrus! '"Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos y todo lo que atares sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra quedará desatado en los cielos'. Entonces les ordenó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era Cristo". ¡Hombre necio! Viene a la tierra como Cristo y no quiere que nadie sepa quién es. ¡Con razón no lo reconocieron los judíos! La culpa es suya. ¡Y qué es eso de que "las puertas del infierno no van a prevalecer"! Será el infierno el que no va a prevalecer, no sus puertas. ¡Ah libro estúpido! Y ese Pedro-piedra asnal arrastrado por el otro con la zanahoria del Reino de los Cielos como Don Quijote arrastra a Sancho Panza con la ínsula Barataría...


No se me hace raro que fuera Esteban el que inventó el cuento del Tu es Petrus y se lo interpoló al Evangelio de Mateo. Esteban fue papa entre el 254 y el 257 y las copias más antiguas que quedan de los evangelios no son muy anteriores a esas fechas: sólo sobrevivieron las que conservaron el agregado: las de los obispos de Roma, que destruyeron las otras. Si usted me dice que la Puta interpoló aquí y quitó allá, le creo. Todo delito y bajeza que le atribuya a la Puta se lo creo, y tenga por seguro que se queda corto. Engendrador de hijos, multiplicador de riquezas, hombre de buena estrella, papa feliz, Rodrigo de Borja y Borja, o Su Santidad Alejandro VI, es mi papa preferido. España debe enorgullecerse de este gran hijo que fue gran padre. Y si tuvo, como dicen, relaciones amorosas con Lucrecia, ¡qué carajos!, eso a lo sumo sería pecado venial pues ni siquiera figura en el catecismo entre los pecados capitales o mortales, que son: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Siete. No hay octavo. ¡Cómo va a ser el amor entre padre e hija pecado! Y dado caso que lo fuera, sería venial, que se perdona por agua bendita o por golpe de pecho. "¿Qué es la castidad?" pregunta el catecismo de los Hermanos Cristianos de la Salle. A lo que el niño cristiano responde: "Castidad es la virtud que nos inclina a abstenernos de los placeres ilícitos de la carne". Exacto, niños. No coman carne.
Y pasemos ahora a los sobrinos de papa. Primero, los émulos de sus tíos: Gregorio XI, sobrino de Clemente VI que lo nombró cardenal a los 18 años; Eugenio IV, sobrino de Gregorio XII que lo nombró cardenal a los 25; Pablo II, sobrino de Eugenio IV que lo nombró cardenal a los 23; Pío III, sobrino de Pío II que lo nombró cardenal a los 21; Julio II, sobrino de Sixto IV que lo nombró cardenal a los 18 y que en calidad de tal tuvo tres hijas; León XI, sobrino de León X; y Honorio IV, sobrino nieto de Honorio III. En cuanto a los papas purpuradores de sobrinos, Clemente V nombró a cuatro sobrinos cardenales; Pío II, a dos, uno de ellos el futuro Pío III; Sixto IV, a seis, uno de ellos el futuro Julio II; Pablo IV, a su sobrino Cario Carafa; Pío IV, a su sobrino Carlos Borromeo de 22 años; Pío V, a su sobrino nieto Michele Bonelli; Sixto V, a un sobrino de 15 años; Inocencio IX, a su sobrino nieto Antonio Facchinetti; Clemente VIII, a sus sobrinos Cinzio y Pietro Aldobrandini y a un sobrino nieto de 14 años; Pablo V, a su sobrino Scipioni Cafarrelli Borghese; Gregorio XIV, a su sobrino Paolo Emilio Sfondrati de 29 años; Gregorio XV, a su sobrino Ludovico Ludovisi de 25 años; Urbano VIII, a dos sobrinos más un hermano; Inocencio X, a su sobrino Gamillo Pamfili; Alejandro VIII, a su sobrino nieto Pietro de 20 años; Clemente XII, a su sobrino Neri Corsini; y Juan XXII, a un hijo, un hermano y tres sobrinos. A varios de estos cardenalitos imberbes sus tíos los nombraron además secretarios de estado. "Nepotismo" llaman a este vicio. El presidente Bush ha de llamar a esta virtud family valúes.


El sobrino de Pablo V, Scipioni Cafarrelli Borghese, se hizo tan rico en su doble calidad de cardenal y secretario de estado que se pudo construir la Villa Borghese de Roma. Y a tal grado enriqueció Urbano VIII a toda su parentela (empezando por el hermano y los dos sobrinos que purpuró) que de viejo le entraron cosquilleos de conciencia y consultó a los teólogos, pero éstos lo tranquilizaron. En cuanto a Alejandro VII, que empezó su pontificado prohibiéndoles a sus parientes acercarse a Roma, lo acabó convertido a la religión de los family valúes colmándolos de palacios, propiedades, dinero, empleos. ¡Qué injusticias las de Dios! A mí me hace sobrino de plomero y a Cafarrelli sobrino de papa. ¡Viejo cabrón!

Mención especial me merecen (por el diploma que le mandó su tío a mi mamá) Marcantonio, Cario y Giulio Pacelli, sobrinos de Eugenio Pacelli, alias Pío XII, compinche de Mussolini que los hizo príncipes a los tres, y que tuvieron cuanto cargo lucrativo se pueda uno imaginar, dentro y fuera del Vaticano: eran coroneles de los Guardias Nobles, presidentes y consejeros de bancos y sociedades, de congregaciones y consistorios, de institutos y compañías, asesores jurídicos, delegados, procuradores, nuncios, cobraban aquí, cobraban allá, en Ferrosmalto, en Italgas, en Cerámica Pozzi, en Saniplástica, en el cine, en la radio, en la televisión, en inmobiliarias, en aseguradoras, en la industria farmacéutica, en la editorial, en el Banco de Roma, en los aeropuertos... ¡Dónde no estaban, dónde no cobraban! Entre los tres amasaron una fortuna de ciento veinte millones de marcos, a los que hay que sumarles los ochenta millones que les dejó el tío al morir, en oro y valores, menos cualquier bicoca que se embolsara sor Pascalina. Esta monja y el papa competían a ver quién economizaba más luz eléctrica, cosa que me recuerda a mi mamá detrás de sus veinte hijos apagando focos como loca. Un tío del tío, Ernesto Pacelli, en calidad de lacayo de confianza de Pío Nono había sido director del Banco di Roma donde tenía acciones la Curia, y fue el que fundó el Osservatare Romano, el Gramma del Vaticano, un pasquín tendencioso que después de siglo y medio de vileza y a setenta años del nazismo que alcahueteó hoy sigue impune y tan campante como si no hubiera Dios en el cielo. Ahora promueve la canonización de Pío XII con el cuento de que recogió a unos niños judíos para bautizarlos y salvarlos de los nazis. Que les dio desayuno.

Hitler recibiendo visita de Josef Tizo en julio de 1940
Es muy importante recordarle al papa Ratzinger, ahora que anda visitando campos de concentración, el comportamiento de su antecesor Pío XII frente al nazismo. Ya le hice la lista a Su Santidad de sus paisanos los obispos alemanes aduladores de Hitler: todos en coro como rezando el rosario. ¿Dijo algo Pío XII al respecto? ¿Una palabra siquiera en sus múltiples alocuciones radiofónicas, mensajes de navidad, exhortaciones, advertencias, encíclicas y cartas pastorales para repudiar a ese criminal vesánico y censurar la actitud abyecta de sus obispos alemanes? Tantas cuantas dijo para reprobar a Jozef Tiso cuando presidía este cura, apoyado por las SS, el Estado fascista de Eslovaquia, aliado de los nazis. ¡Qué iba a decir si hasta lo recibió en el Vaticano, le dio el rango de gentil hombre papal y lo hizo obispo! El presidente-obispo Tiso puso tres divisiones con cincuenta mil soldados a disposición de Hitler. Al final de la guerra huyó a Austria con todo su gobierno pero lo ahorcaron. "Muero como mártir y defensor de la civilización cristiana", dijo. ¿Qué entendería este gentil hombre papal por "civilización cristiana"? ¿Las persecuciones de judíos, las quemas de brujas y herejes, las masacres en nombre del Crucificado que aquí hemos venido enumerando?...

2 comentarios:

  1. Magnifico libro, un trabajo de investigación valiente y magistral y una impecable forma de relatarlo. ¡Gracias maestro Fernando Vallejo! Este libro tendría que formar parte de las clases docentes en colegios y universidades. "LA VERDAD OS HARÁ LIBRES"

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