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miércoles, 9 de diciembre de 2015

El "Manuscrito Curioso", Otra Fuente Para la Mentira Mormona




Un interesante artículo sobre las fuentes usadas por Smith para la producción de su "Libro de Mormón", además de los recursos usados para engañar a Martín Harris y obtener de éste el dinero para la impresión del mismo. El Original se encuentra en olivercowdery.com (en inglés) y la siguiente es una traducción del mismo por Max Ruiz. (https://es.scribd.com/doc/278759744/Un-Descubrimiento-Singular)

La erudición del autor es manifiesta y las pruebas aportadas son contundentes.



Un Descubrimiento Singular:

El Manuscrito Curioso, Mitchill y el Mormonismo


Por Richard Stout

El autor de este artículo: Richard B. Stout
De acuerdo a la historia mormona, José Smith, hijo, descubrió una obra escondida, religiosa, en 1823. Los facsímiles de los “signos desconocidos” en los que el Libro de Mormón estaba escrito fueron después copiados y llevados a “los sabios”. Una de las opiniones buscada fue la del Dr. Mitchell de la ciudad de Nueva York. Tiempo atrás, la historia secular también había registrado el descubrimiento de una obra escondida, religiosa, en 1823. Se hicieron páginas facsimilares de los “signos” de este libro, de los cuales se dijo también que eran “desconocidos.” También fueron llevados a “los sabios” – uno de los cuales fue el Dr. Mitchell. Sin embargo, José Smith no descubrió lo que llegó a ser conocido en la prensa nacional como el Manuscrito Detroit. Ese honor fue para el Coronel Abraham Edwards, un socio de negocios del tío de José, Stephen Mack.

Especialmente debido a esta conexión familiar, parecería probable que José Smith usara los detalles que rodean al Manuscrito Detroit como modelo sobre el cual construir su historia saliendo a la luz” del Libro de Mormón. Además, existe evidencia que demuestra que los eventos, nombres, lugares, e incluso los polémicos animales que aparecen en el Libro de Mormón podrían haber sido tomados de los escritos del bien conocido académico identificado en ambos relatos como el Dr. Mitchell. Tal vez lo más sorprendente de todo, la investigación paleográfica indica que José pudo haber copiado muchos de los signos, que hizo que Martin Harris llevara al Dr. Mitchell, directamente del Manuscrito Detroit.
Varios años antes de su muerte, el Reverendo Wesley Walters me envió una fotocopia de una colección de artículos, 299 páginas, de fuentes de principios del siglo XIX. El manuscrito mecanografiado,
Documentos de la Historia Temprana del Mormonismo, fue recopilado por John Phillip Walker. El siguiente artículo se encontró en una revistade circulación nacional. (Porciones de las citas presentadas a lo largo están subrayadas o en negritas para realzarlas. Los errores de texto no se hacen notar con “[sic]” a menos que se encuentren en los comentarios modernos.)

Nile's Weekly Register , Vol. 24, p. 130, May 3, 1823

MANUSCRITO CURIOSO. El público ha estado muy entretenido últimamente, con el descubrimiento de un manuscrito curioso en Detroit, que ha desconcertado no poco a los sabios. Se determinó que no es chino, árabe, sirio-francés, español o inglés, etc., pero lo que era nadie lo podría decir. Cuatro páginas del libro se enviaron al general Macomb, en Washington, él las envió para el examen a los profesores de la universidad Georgetown, donde se ha descubierto que es irlandés y, con algunas excepciones, “verdaderamente clásico.” Algunas “abreviaturas extrañas” hacen difícil desenredarlo, pero una parte ha sido traducida, y evidentemente es un tratado sobre unas de las doctrinas de la iglesia católica

Curioso sobre el “manuscrito curioso,” hice contactó con la Biblioteca Pública de Detroit. Me proporcionaron una lista de estudiantes interesados en hacer proyectos de investigaciónen la Burton Historical Collection, cuyo acervo incluye la Detroit Gazette.
.Poco después de esto llegaron fotocopias de los siguientes dos artículos de esa publicación. Aquí se publican completos.

Detroit Gazette, Marzo 7, 1823, p. 2

Un Descubrimiento Singular. La semana pasada un volumen manuscrito, de entre trescientas y cuatrocientas páginas, fue descubierto por el Coronel Edwards, de este pueblo, debajo de uno de sus edificios. El libro está en un estado aceptable de preservación, y es uno de los más finos ejemplares de caligrafía que hayamos visto. Ha dado vueltas por el círculo literario de este lugar durante los últimos cuatro o cinco días, y ¡aún permanece como un misterio! Los signos en que está escrito son desconocidos, no son hebreos, griegos, ni sajones, y las únicas partes hasta ahora inteligibles, son algunas citas en latín. Ahora está depositado en esta oficina, y los que tengan curiosidad por estos asuntos están invitados para examinarlo.

Detroit Gazette , Mayo 16, 1823, p. 2

EL MANUSCRITO– Una hoja del libro, que durante las pasadas semanas pasadas ha desconcertado las mentes de los literatos de esta ciudad, ha sido enviada al Dr. Mitchell
, de Nueva-York
, y por la carta siguiente de ese erudito caballero, y el extracto de otra que sigue, parecerá que sus investigaciones para determinar el idioma y los signos del manuscrito, fueron tan infructuosos como los hechos en esta ciudad. Por el extracto siguiente, de la carta del Dr. Mitchell, así como por la carta misma, estamos en deuda con la gentileza del Coronel A. Edwards, en cuyos locales se encontró el libro.

“Nueva York, Abril 16, 1823.

"Estimado Señor, recibí su carta y manuscrito hace unos días por medio del departamento de guerra.”

“He comparado la escritura con la letra negra antigua; con el tipo fascinante de una escritura de feudo en mi posesión; con ejemplos de la paleografía francesa en Spectacle de laNature de Pluche; y con los tipos de varios idiomas en la colección de Sociedad Bíblica Americana, en esta ciudad. En estas investigaciones fui asistido por James Smith y JohnNitchie, abogados.

“Cuando estábamos casi al punto de la desesperación, una gran Biblia, pintada hace como 300 años, se produjo, y fuimos capaces de formarnos una idea de las abreviaturas y contracciones, en el texto, que arrojaron alguna luz sobre el Manus. de Detroit.

“Después lo comparamos con una Biblia Manus. muy curiosa, en posesión del Sr. Paff. Esta edición latina, aunque en sumo hábilmente escrita, es muy difícil de leerse, a cuenta de la omisión de muchas letras e incluso sílabas, y por la introducción de marcas arbitrarias. Sin embargo, se reporta que el Dr. Collin, erudito de Filadelfia, comprendió la manera de la ejecución mejor que cualquier otra persona. Algunas de las páginas contenían notas marginales, tan exactamente como los signos y símbolos en su libro desconocido, que tanto yo como el Sr. Smith quedamos impresionados con la semejanza.

“Por tanto, soy de la opinión, por las marcas de agua; por la puntuación; por las palabras que determino; y por la semejanza que su Manus, tiene con la Biblia Manus, de Paff en latín; que el lenguaje es latino; que los signos son de la forma escolástica o monástica frecuente hace aproximadamente 3 siglos; que su edad es quizás un poco anterior a la invención de la imprenta, posiblemente subsiguiente; que fue llevada a Detroit por uno de los eruditos jesuitas, que estuvieron en Canadá cuando fue colonizado, embarcados en el servicio misionero entre los aborígenes, y que un buen descifrador podría aprender pronto a leerla. Sería gratificante recibir la totalidad de esta curiosa representación, y preservarla en mi colección de documentos escritos. 

“Sea tan amable de aceptar el testimonio de mi alto y sincero respeto.“
SAMUEL L. MITCHELL.
“A A. Edwards, Abog. Detroit.”

Extracto de la carta de un caballero residente en Washington, D. C. para A. Edwards, Abog.

“El Doctor Mitchell no ha descubierto, al parecer, el tema o el carácter en el cual (el manuscrito Detroit) está escrito, pero un facsímil se tomó de él, y se mostró a los Profesores del Georgetown College, en este distrito, y ellos entendieron de inmediato todo el asunto, el signo es irlandés, y el tema son las razones para retener la copa de la laicidad en la iglesia católica, y darle solo el pan, al administrar la Eucaristía.”

Puede ser apropiado decir aquí, que la dificultad que encontró el erudito Doctor, en sus esfuerzos para descifrar el manuscrito irlandés, no rebaja en absoluto su reputación como académico, porque no se puede suponer que, en los muchos estudios en que se ha ocupado, nunca antes encontrara algo como esto. Hemos sido informados que dos de los Profesores del Georgetown College son caballeros irlandeses, esto daría cuenta de la prontitud con la que “todo el asunto” fue comprendido en la institución. Nuestros agradecimientos se deben,sin embargo, a los caballeros que han puesto fin a una curiosidad que se había vuelto más y más penosa.
_____________

Desde que se escribió lo anterior, hemos recibido el Washington Republican del 23 de abril, que contiene la carta siguiente del Dr. Grace, uno de los Profesores del Georgetown College, para el May. Roberdeau, del Departamento de Ingeniería:

Georgetown College Abril 10, 1823. 

Señor, le envío el manuscrito, que me dejó para examinar, y el cual, con algunas excepciones, está escrito en irlandés, verdaderamente clásico. Hay algunos errores en la ortografía, los cuales, junto con algunas abreviaturas extrañas, lo hacían algo difícil de desentrañar.

La página 179 comienza así:

“El capítulo decimocuarto, en el que se dan diez razones de por qué la iglesia católica no administra la copa a los laicos.”

La misma página contiene cuatro de estas razones, y una parte de la quinta. El resto del manuscrito, a saber: páginas 175, 176 y 178, contiene un tema por completo diferente. Todo es sobre la penitencia y la confesión. Me gustaría ver una copia perfecta de este manuscrito Hibernian, y que se pudiera tener una traducción del total, en algún momento.

Su servidor humilde y devoto. 
WM. GRACE.


PARA EL MAYOR ROBERDEAU.
____________ 

Además de las seis obvias semejanzas generales que el Libro de Mormón comparte con el anterior Manuscrito Detroit, (1) una obra religiosa (2) escondida (3) descubierta en 1823 cuyos (4) signos desconocidos fueron (5) enviado a la ciudad de Nueva York (6) donde desconcertó a “los sabios” –También me intrigó el séptimo paralelo que una de las personas asoció con la historia del Libro de Mormón, el Dr. Mitchell, que estaba conectado también con el Manuscrito Detroit . ¿Cuáles eran las probabilidades, me pregunté, que Abraham Edwards, o sus agentes, y el benefactor/escriba de José Smith, Martin Harris, eligieran independientemente el mismo hombre por una opinión sobre el idioma de sus manuscritos?

De acuerdo a “La Historia de José Smith” publicada en el
Times and Seasons de Mayo 2,1842, Harris llevó copias facsimilares de las planchas de oro del Libro de mormón y sus traducciones a un Profesor Anthony (corregido después “Anthon”) a la ciudad de Nueva York, así como a un Dr. Mitchell (cambiado después a “Mitchell”). Aparentemente,solamente una sola hoja de estos facsímiles, conocida como la “transcripción Anthon”, ha sobrevivido. David Whitmer, uno de los “Tres Testigos” del Libro de Mormón, retuvo la copia. Escribió en 1887: “Tengo en mi posesión el papel… original que contiene algunos de los caracteres transcritos de una de las planchas de oro…” Arriba de los signos y símbolos extraños está escrito “Caractors”. Varios escritores sobre el mormonismo, incluido Dean Jessee de la Oficina del Historiador de la Iglesia SUD, han llegado a la conclusión que este atentado en la palabra “Caracteres” es la escritura de José Smith, hijo. Las primeras tres líneas de la transcripción fueron publicadas también en 1844 sobre un folleto en negro y oro publicitando el Libro de Mormón, y, después en ese mismo año, en la edición de diciembre 21 de The Prophet, un periódico SUD semioficial, publicado en la ciudad de Nueva York. En el folleto, la segunda mitad de la tercera línea de caracteres se imprimió de cabeza y hacia atrás. Este error se corrigió en The Prophet

José Smith afirmó que Martin Harris escribió lo siguiente en relación a su reunión con elDr. Anthon:
“Fui a la ciudad de Nueva York y presenté los caracteres que habían sido traducidos, así como su traducción, al profesor Charles Anthon, célebre caballero por motivo de sus conocimientos literarios. El profesor Anthon manifestó que la traducción era correcta y más exacta que cualquiera otra que hasta entonces había visto del idioma egipcio. Luego le enseñé los que aún no estaban traducidos, y me dijo que eran egipcios, caldeos, asirios y árabes, y que eran caracteres genuinos. Me dio un certificado en el cual hacía constar a los ciudadanos de Palmyra que eran auténticos, y que la traducción de los que se habían traducido también era exacta.Tomé el certificado, me lo eché en el bolsillo, y estaba para salir de la casa cuando el Sr. Anthon me llamó, y me preguntó cómo llegó a saber el joven que había planchas de oro en el lugar donde las encontró. Yo le contesté que un ángel de Dios se lo había revelado. “Él entonces me dijo: ‘Permítame ver el certificado’. De acuerdo con la indicación, lo saqué del bolsillo y se lo entregué; y él, tomándolo, lo hizo pedazos, diciendo que ya no había tales cosas como la ministración de ángeles, y que si yo le llevaba las planchas, él las traduciría. Yo le informé que parte de las planchas estaban selladas, y que me era prohibido llevarlas. Entonces me respondió: ‘No puedo leer un libro sellado’. Salí de allí, y fui a ver al Dr. Mitchell, el cual confirmó todo lo que el profesor Anthon había dicho, respecto de los caracteres, así como de la traducción.” (Perla de Gran Precio: José Smith – Historia 2:64-65)
Nunca ha sido explicado por qué Harris no obtuvo un certificado de Mitchell, pero Charles Anthon si verificó su visita, pero no su versión de lo que tuvo lugar, en dos cartas publicadas escritas siete y catorce años después. En la segunda carta Anthon escribe:
Como el Dr. Mitchell era nuestro “Apolo Magno” en esos días, [Martin Harris] le llamó primero a él, pero el Doctor, evidentemente sospechando algún truco, declinó dar opinión alguna sobre el asunto, y envió al aldeano a la universidad, para ver, con toda probabilidad, lo que los “expertos eruditos” en ese lugar harían con el asunto. Al decirle al portador del papel que se trataba de abusar de él, y defraudarle en su propiedad, me pidió que le diera mi opinión por escrito acerca del papel que me había mostrado. Así lo hice sin dudar, en parte por el bien de ese hombre, y en parte para que el individuo “detrás de la cortina” viera que su truco estaba descubierto. La sentido de lo que escribí era, hasta donde ahora puedo recordar, simplemente esto, que las marcas en el papel parecían ser simplemente una imitación de diversos caracteres alfabéticos, y que, en mi opinión, no tenía ningún sentido en absoluto conectado con ellos. El aldeano luego se despidió...[1]
Mucha tinta ha sido vertida por los escritores mormones en un intento de reivindicar la versión de Harris mientras lanzan calumnias sobre la de Anthon, incluso después que se estableció bien que ni el Dr. Anthon ni el Dr. Mitchell posiblemente podrían haber sancionado la traducción de los signos de José. Hay dos razones inexpugnables para esta conclusión. Primera, nadie sobre la tierra, además de Jean-Francois Champollion de Francia, podía descifrar el egipcio antiguo en 1828. Segunda, de acuerdo al mismo Libro de Mormón, los caracteres egipcios habían evolucionado tanto en sus mil años en el Nuevo Mundo que ni siquiera un egipcio podría haber traducido el “egipcio reformado” del Libro de Mormón, y mucho menos un profesor clásico en Columbia. Mormón 9:34 proclama: “Pero el Señor sabe las cosas que hemos escrito, y también que ningún otro pueblo conoce nuestra lengua

”No obstante, los mormones han seguido apoyando a Harris a expensas del Dr. Anthon. Por ejemplo, en su artículo "The Anthon Transcript: People, Primary Sources, and Problems" (
BYU Studies, volume 10, No. 3, Spring 1970) el Profesor Stanley B. Kimball, mientras que en última instancia da a Anthon y su colega el beneficio de la duda, sugiere que pudieron haber “inventado sus historias, o cuando menos fingían conocimiento que no tenían”
[2]. Sigue diciendo: “Esto, desgraciadamente, no es demasiado difícil de creer. El erudito es propenso a "pontificar.” Aunque pontificar significa “hablar… de manera pomposa o dogmática”, no significa “inventar cosas” o “fingir conocimiento que no se tiene”, que es lo que Kimball implica que los profesores pueden haber hecho. Además, para alguien supuestamente tan lleno de sí mismo, el auto-rechazo de Anthon parece fuera de lugar. Al referirse a sí mismo como uno de los “expertos eruditos” pone la expresión entre comillas, como si se burlara de un título tan elevado.

La reputación estelar de Anthon también debilita la observación improvisada de Kimball. De acuerdo a Columbia: Colossus on the Hudson (New York, 1947), de Horace Coon, “La personalidad monumental y académica de los primeros días del Columbia College, sin embargo, era de manera incuestionable Charles Anthon… No tenía ningún interés exterior o hacha política para afilar. Su primera pasión era la erudición pura; su segunda era obligar a sus alumnos a obtener una base sólida en griego y latín.

”El Dr. Mitchell mencionado en el relato de Harris era aún menos probable de pontificar de la manera que Kimball describe. Un contemporáneo afirmó: “Ningún hombre era aún más accesible que él –teniendo tan alto un lugar en la sociedad, sin embargo, condescendía a los más bajos sin ostentación. Descendiendo incluso a la capacidad de un niño, para instruir, estimular, o para divertirse.”[3]

El Dr. Kimball continúa su calumnia al especular sin siquiera un atisbo de evidencia que “el interés de Anthon en el asunto puede haber ido más profundo. ¿Quería compartir parte de la riqueza y la fama que la explotación de las planchas de oro podría traer?”
[4]De nuevo, incluso la ojeada más superficial en la vida de Anthon pone la mentira a esta noción extraña. Charles Anthon difícilmente era el tipo buscador de tesoros. Como se ha observado, “No tenía ningún interés exterior". Pero Horace Coon va aún más lejos, llamándole “el hijo poco romántico de un padre aventurero”.[5]

Parte 2

Por otra parte, Martin Harris recibe este gran elogio del Dr. Kimball:
En cuanto a la veracidad de las declaraciones de Harris relativas a lo que ocurrió, no tenemos evidencia alguna más allá de su personalidad. Richard L. Anderson ha hecho una extensa investigación sobre la vida de Harris en Palmyra y ha demostrado que “ninguno de sus conciudadanos superaba su reputación establecida como una persona responsable y honesta…”
Dr. Kimball está mal en su afirmación de que ninguna otra evidencia en absoluto existía sobre la veracidad de las declaraciones de Harris más allá de su personalidad. La verdad es que si el relato de Martin Harris es correcto, el de José Smith no lo es. Solo un año antes que apareciera el artículo del Dr. Kimball, BYU Studies publicó “Los Primeros Relatos de la Primera Visión de José Smith,” de Dean C. Jessee. Contenía porciones de los primeros intentos de José Smith para escribir su historia, “un relato de seis páginas registrado en tres hojas de un libro mayor, escrito entre el verano de 1831 y noviembre de 1832”. La mayor parte de la atención dada a esta historia temprana se centraba en torno a su versión variante de la Primera Visión de José Smith. En ella, en contraste a la “Historia” canonizada de 1838, José tenía dieciséis, no catorce en ese momento. Su razón para ir a la arboleda a orar no tenía nada que ver con un resurgimiento religioso en el área, sino que era debido a su lectura de la Biblia. Solo Cristo se le apareció, no el Padre y el Hijo. Y el mensaje supuestamente dado a él por el Salvador era completamente diferente del contenido en la posterior versión “oficial” SUD. Esta sacudida – y que debería haber desmoronado – el fundamento mismo del mormonismo ha ensombrecido el relato de José Smith de la reunión Harris/Anthon contenida también en esas seis páginas. Se reproduce aquí “con todas sus imperfecciones".
…el Señor ha mostrado [a Harris] que debe ir a la ciudad de Nueva York con algunos de los caracteres de manera que procedimos a copiar algunos de ellos y emprendió su Viaje a las Ciudades del Este y a los Sabios diciendo lean esto te ruego y los sabios dijeron no puedo pero si trajera las planchas lo leerían pero el Señor lo ha prohibido y regresó a mí y me las dio para que yo tradujera y dije no puedo porque no soy erudito sino que el Señor había preparado anteojos para leer el Libro por lo tanto comencé a traducir los signos y así la Profecía de Isaías se cumplió la cual está escrita en capítulo 29 concerniente al libro…[6]
No puede haber duda que, de acuerdo a este relato de José Smith, el Dr. Anthon no podría haber “afirmado que la traducción era correcta”. Ninguna traducción estaba disponible para que Anthon revisara en el momento de la visita de Martin Harris. José deja claro que no había “comenzado a traducir los signos” hasta después que Harris regresó de su reunión con Anthon. José afirma que a Anthon solamente se mostraron “algunos de los caracteres”, se le pidió, “lea esto le ruego”, y contestó, “no puedo”. Incluso si hubiera estado disponible una traducción, si Anthon no podía descifrar los caracteres no podría haber declarado que su traducción era correcta. Si lo hubiera hecho, sería como alguien que no puede leer cirílico verificara una traducción del ruso al inglés.

Debe señalarse que en su “Historia” de 1838 José contradice su testimonio anterior concerniente al “Urim y Tumim” (los “anteojos para leer el libro”). Allí afirma haberlos usado para traducir algunos de los caracteres en diciembre de 1827 y febrero de 1828, antes del viaje de Harris. Curiosamente, sin embargo, el propio José nunca afirma que Harris llevara ninguna de estas traducciones con él. Informa solamente que “En este mismo mes de febrero, el antedicho señor Martin Harris vino a nuestra casa, tomó los caracteres que yo había copiado de las planchas, y con ellos partió rumbo a la ciudad de Nueva York. (Perla de Gran Precio: José Smith-Historia 2:63)

En Joseph Smith and His Progenitors (Herald House reprint, 1969), Lucy Mack Smith, la madre de José, escribió que José recibió instrucciones que el primer paso en el cumplimiento de la traducción del Libro de Mormón “era hacer un facsímil de algunos de los caracteres, que eran llamados egipcio reformado, y enviarlos a algunos de los hombres más sabios de esta generación, y pedirles la traducción de ellos”. Unas páginas después senos dijo que “se acordó con Martin Harris. Que debería llevar los caracteres al Este, y en su camino, debía llamar a todos los lingüistas, con el propósito de darles una oportunidad para desplegar sus talentos al dar una traducción de los caracteres”. Claramente, la madre de José apoya la versión “caracteres solamente” de la reunión Anthon/Harris. Ella también suministra la información intrigante que Harris fue enviado a Nueva York por instrucción divina dada a José. Así, el viaje de Harris no fue su propia idea. 

Dada la predilección de José por reescribir la “historia”, es comprensible que, a diferencia de Martin Harris, no fuera alabado universalmente por la veracidad por sus vecinos de Palmyra [7]. La posibilidad que el relato de Harris fuera escrito por el mismo José no puede descartarse enseguida, ese relato no existe en los escritos de Harris. Como hizo con la redacción final de su relato de la Primera Visión, José puede haber “reforzado” su anterior versión inédita del viaje de Harris para el consumo popular. Debe haberse dado cuenta en 1838 que este intento anterior, que pretendía satisfacer Isaías 29, carecía de cualquier mención del libro sellado utilizado metafóricamente en ese capítulo. El tema en consideración en Isaías no es realmente un libro sellado, sino “la visión de todo”. El “como” en el siguiente versículo de la Biblia Reina-Valera etiqueta claramente “las palabras de un libro” como un símil, no una realidad. También hay que señalar que ningún relato tiene a Harris entregando la porción sellada de las planchas del Libro de Mormón a “uno que sabe”,como Isaías 29 parecería exigir:
11. Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y ledijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque está sellado.12. Y si se diere el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora esto; él dirá: No sé leer.
Harris no estaba disponible para la consulta en 1838, ya que, a pesar de “su reputación establecida como una persona responsable y honesta”, había sido excomulgado el diciembre anterior [8]. Parece sospechosamente conveniente que ocurriera que José tuviera en su posesión un relato del asunto de Anthon escrito por Harris. Como ya se ha señalado, si este relato en realidad alguna vez existió, el manuscrito original nunca ha sido producido por la Iglesia Mormona.

Pero, independientemente de quién lo escribió, el relato de Harris concuerda con el de Anthon en cuanto al involucramiento de un Dr. Mitchell. Sin embargo, en la versión de Anthon, hay que señalar, Harris busca primero el conocimiento del Dr. Mitchell. A riesgo de lo que pudiera parecer una desviación demasiado extensa, lo considero importante para establecer la identidad y la reputación pública del hombre identificado como Dr. Mitchell por Harris, Anthon, y la Detroit Gazette, ya que los tres estaban ligeramente equivocados.

Cuando Anthon llama a Mitchell “nuestro Apolo Magno”, “nuestro” puede referirse a la ciudad de Nueva York o, más probablemente, al Columbia College, donde Anthon pasó toda su carrera enseñando griego y latín. Apolo, el dios sol romano, y Magnus es “grande, gran” del latín. Una traducción vernácula podría ser “luz que guía”. Pero, Apolo es también el dios de la medicina, así que el académico clásico podría estar haciendo una alusión secundaria a un “gran médico”. El único candidato que se ajusta a cualquier proyecto es el Dr. Samuel Latham Mitchill, quien dejó su cátedra de larga data en Columbia en 1826 para convertirse en vicepresidente del Rutgers Medical College. 

Aunque casi todos en el siglo XIX parecían saber del Dr. Mitchill, pocos parecían deletrear correctamente su nombre. Aunque se desempeñó tanto en el Senado como la Cámara de los EE.UU., así como en la Asamblea del Estado de Nueva York, J. D.Hammond le llama “Mitchell” en History of Political Parties in the State of New York (volume I, 216 and 283). Charles Lanman comete el mismo error en la página 295 de su Biographical Annals of the Civil Government of the United States During Its First Century. Niles' Register, que frecuentemente llevaba artículos sobre el “Doctor” refiriéndose a él tanto“Mitchell” como “Mitchill” ¡en el mismo artículo por lo menos en dos ocasiones![9]El punto es resumido por el biógrafo de Mitchill, Courtey Robert Hall: “El error ortográfico del nombre significa poco, cuando tan pocas personas, ya sea entonces o ahora, deletrean correctamente el nombre de Mitchill.”[10]

The Encyclopedia of Mormonism y otras fuentes aceptan ahora esta identificación de Mitchill. Esta aceptación se basa principalmente en la investigación presentada por el Dr. Stanley B. Kimball en su artículo mencionado anteriormente sobre la “transcripción Anthon”. Escribe en la página 334:

Primero, último, y siempre, Mitchill era un promotor de la ciencia. Ha sido llamado el “Néstor de la Ciencia Estadounidense”, era miembro de docenas de sociedades científicas y académicas y escribió decenas de eruditos libros, folletos, artículos, etc., sobre una multitud de temas. Sus contemporáneos le describían tanto como “una enciclopedia viviente” como “un caos de conocimiento”.
Aunque reconoce los numerosos logros de Mitchill, Kimball llega a esta conclusión:
En el caso del Dr. Mitchill, aparte de los hechos antes mencionados, que él era en su juventud un estudiante de los clásicos y tenía al menos una capacidad de lectura de varios idiomas, ninguna otra evidencia posible de una competencia en estudios egipcios ha salido a la luz. Su biógrafo no menciona nada, sus artículos en la East Hampton Free Library (y en alguna otra parte) no revelan nada, y una bibliografía de diez páginas de sus escritos indica que nunca publicó nada relacionado a cualquier idioma. Parece entonces que Mitchill podría haber dado a Harris solo una opinión muy superficial en relación a la transcripción. (366)
Parecería que la del Dr. Kimball es la opinión superficial. Realmente, sospecho que a sabiendas ha sacrificado la verdad en el altar de su religión. Es como si él erigiera una señal de advertencia para aquellos que pudieran seguir a Mitchill, que es un callejón sin salida, por temor a lo mucho que en realidad podrían descubrir en el camino que está lejos de “promover la fe”. La historia de Coon del Columbia College afirma inequívocamente que “[Mitchill] tradujo libros del español, alemán, latín, holandés. También podía leer griego y descifrar lenguas orientales antiguas”.(141) todos los idiomas que Anthon supuestamente identificó en los facsímiles que Harris le trajo son “lenguas orientales antiguas”.

La conclusión de Kimball parece especialmente paradójica a la luz de la información contenida en el Scientist in the Early Republic: Samuel Latham Mitchill (Columbia, 1934) de Courtney Robert Hall, un libro del que el Dr. Kimball cita en su artículo, y el biógrafo a quien menciona antes. En la segunda página de la introducción. Hall afirma que Mitchill “estaba atraído al estudio del… habla de los indios americanos…”. De hecho, en 1820 publicó “Ejemplo de la Poesía y el Canto de los Osages”. El Jefe Wanapasha cantó las canciones en la presencia de Mitchill. A medida que el intérprete del jefe las traducía al francés, el Doctor las traducía al inglés.[11]

La bibliografía de diez páginas que refiere el Dr. Kimball en el inicio de la página 141 del libro de Hall. Allí se da el título latino de la disertación doctoral del Dr. Mitchill. La siguiente página anota la “Review of P. A. Adet's Response aux Reflections sur la doctrine duphlogistique et sur la decomposition de l'eau” del Doctor. Tal vez las entradas más llamativas en la bibliografía relativas a “publicar cualquier cosa sobre cualquier idioma” de Mitchill, son los seis títulos que se encuentran en las páginas 149 y 150 bajo el encabezado “TRADUCCIONES DE MITCHILL”. Seguidos de la nota “Estas son probablemente una pequeña fracción de la cantidad de traducciones hechas realmente por Mitchill. Estas fueron hechas entre 1804 y 1818…”

Irónicamente, la primera traducción que aparece incluso sugiere una familiaridad con las cosas de Egipto: el trabajo “de Assalina” [sic] sobre la peste y otras enfermedades de Egipto. Después de alguna investigación, descubrí que aun cuando está claro, por una carta de Mitchill extractada en la introducción de la edición Estadounidense, que había leído el libro de Assalini, resulta que esta introducción era la única contribución real de Mitchill a la traducción de Adam Neale de Observations on the disease called the plague, on thedysentery, the opthalmy of Egypt, and on the means of prevention....[Observaciones sobre laenfermedad llamada la peste, sobre la disentería, la conjuntivitis de Egipto, y sobre los medios deprevención…]

Hall, sin embargo sí cita de manera precisa un extracto de J. W. Francis, Old New York. Francis escribió de los intereses eclécticos de su amigo Mitchill, “Ya bien se dedicaba a la anatomía del huevo, y ora a descifrar un ladrillo de Babilonia.... En su refugio en el campo en Plandome, podría encontrarse plenamente ocupado en la traducción,para su entretenimiento mental, Lancisi en los pantanos y marismas de Roma, o en la interpretación al inglés de las églogas piscatorias de Sannazarius”.(5) me parece que esto debería haber despertado el suficiente interés del Dr.Kimball para revisar la fuente original. Allí, Francis es aún más específico acerca de los talentos del Doctor. En la frase anterior a esa parte extraída de Hall, Francis afirma solamente de Mitchill: “Los idiomas antiguos y modernos estaban abiertos para él…”[12]

Por lo menos una capacidad de lectura de varios idiomas, ¡de hecho!

El poeta satírico Joseph Rodman Drake también hizo referencia, aunque indirectamente, a Mitchill de “descifrar un ladrillo de Babilonia,” o una tableta cuneiforme, en su poema “Para el Cirujano General del Estado de Nueva York”. Allí llama al Doctor “El aficionado...de las pedradas...”`[13] El coautor de Darke en The Croakers, Fitz-Greene Halleck, les llama “Pedradas de Babel” [14] (“Babel” y “Babilonia” son la misma palabra en hebreo.) 

Aunque esta supuesta capacidad de Mitchill para descifrar la escritura cuneiforme no es, como escribe Stanley Kimball, “evidencia de una competencia en estudios egipcios”, sin duda se refiere a dos de los escritos de Martin Harris (según José) afirmaba que Anthon reconoció en los caracteres le presentó. Caldaico (o caldeos) y siríacos (asirios) ambos estaban escritos en “ladrillos babilónicos”. Aunque Caldea era en realidad sólo una tierra en el sur de Babilonia, su nombre es de uso frecuente en el Antiguo Testamento para referirse a todo el reino de Babilonia [15]. El otro reino antiguo de Mesopotamia era Asiria; compartía un sistema de lenguaje y escritura semítica común con Babilonia llamado asirio-babilónico, o acadio.[16]

El biógrafo Courtey Robert Hall cita solamente las últimas ocho líneas del poema de Drake para el Cirujano General Mitchill. Pero, de nuevo, si el Dr. Kimball hubiera revisado la fuente original, habría descubierto que Drake no solo se burla de buena manera del diletantismo de Mitchill llamándolo “El aficionado... de las pedradas”, sino también de las “momias… de perros tártaros y momia-cuáticas”. La segunda (también llamada momicuática) son gobios pequeños y se refieren la reputación internacional de Mitchill como ictiólogo. Pero perros tártaros y momias se refieren a las teorías de Mitchill sobre el origen de los aborígenes americanos, un tema central del Libro de mormón. 

El Dr. Mitchill era un anticuario destacado que estudió la historia de los indios americanos. Sus especulaciones sobre sus orígenes aparecieron en varias publicaciones antes de ser recogidas en 1820 en Archaeologia Americana View of the Hebrews, 1823 y 1825, del Rev. Ethan Smith desde hace mucho ha sido considerado una fuente que José Smith pudo haber usado al crear el Libro de Mormón. Esta opinión fue propuesta primero por el afamado historiador SUD B. H. Roberts. El libro de Ethan Smith se apoyaba fuertemente en, y daba crédito a Archaeologia Americana, la primera colección publicada por la American Antiquarian Society de Worcester, Massachusetts.

Uno de los artículos de Mitchill, escrito en forma de carta, relata su revisión de una momia pelirroja encontrada en una caverna de Kentucky. A través de su comparación de esta momia aborigen con las del antiguo Egipto, la “evidencia de una competencia en estudios egipcios” emerge con claridad.

No hay nada bituminoso o aromático en o sobre el cuerpo, como las momias egipcias, ni hay vendajes alrededor de cualquier parte. A excepción de los diversos envoltorios, el cuerpo está totalmente desnudo. No hay ninguna señal de una sutura o una incisión sobre el vientre; de donde al parecer no se retiraron las vísceras.(320)

Ciertamente, una momia nativa americana con “pelo rojizo o zorruno” podría haber sugerido a una imaginación activa, como la de José Smith, una raza pre-colombina de hombres blancos en las Américas. El Libro de Mormón finaliza con la aniquilación de los nefitas blancos y civilizados a manos de los lamanitas oscuros y salvajes. Esta batalla final tiene lugar en el Cerro Cumorah, el sitio en el estado de Nueva York donde José Smith afirmaba haber encontrado las planchas de oro.

Pero realmente no habría requerido ninguna imaginación para que José apareciera con una raza blanca masacrada en la antigua Nueva York –¡los escritos del Dr. Mitchill proponen justamente eso! Creía que había habido tres grandes migraciones a este país antes de Colón, uno a través de Alaska de los asiáticos procedentes de Siberia, otro a través del Pacífico de los malayos, y un tercero de los europeos blancos cruzando el Atlántico Norte. Del destino de estos tres pueblos, el Dr. Mitchill especuló: 

Los daneses o fineses, (y galeses, porque estoy dispuesto a incluirles) realizando sus migraciones de manera gradual al suroeste, perecen haber penetrado al país situado al sur del lago Ontario y haberse fortificado allí. Los tártaros, o samoyedos, viajando por etapas lentas desde Alaska hasta el sureste, probablemente, los encontraron allí.

En su curso, estos colonos asiáticos probablemente exterminaron a los malayos, que habían penetrado a lo largo del Ohio y sus afluentes, o los empujaron a las cavernas, abundantes en salitre y sulfato ferroso en Kentucky y Tennesee, donde sus cuerpos acompañados de la ropa y ornamentos de su manufactura peculiar, han sido desenterrados y traídos a nosotros para su examen en varias ocasiones. Habiendo logrado esta conquista, los tártaros y sus descendientes probablemente tuvieron una tarea mucho más difícil de realizar. Esto fue someter a los colonos europeos más feroces y belicosos, que ya se habían atrincherado y fortificado en el país, antes que ellos. Existe suficiente evidencia que guerras largas y sangrientas se libraron entre las tribus. En estas, los escandinavos o esquimaux parecen haber sido sobrepasados y destruidos en Nueva york. Los sobrevivientes de la derrota y la ruina se retiraron a Labrador…(342)

Parte 3

La hipótesis del Dr. Mitchill que los esquimales de Labrador son los remanentes de una raza blanca derrotada parece ser excéntrica, por decir lo menos, pero su opinión que los nómadas (con sus “perros tártaros”) cruzaron desde Rusia a Alaska todavía tiene la primacía como la “Teoría del Estrecho de Bering” del origen del indio americano. Sin embargo,defender las teorías de Mitchill no es propósito aquí. El punto es que el Dr. Mitchill publicó en diversas ocasiones su opinión que una raza blanca se encontró con una raza oscura de americanos pre-colombinos en conflictos sangrientos en exactamente en la misma área que José Smith después afirmó que sus nefitas blancos fueron destruidos por “una gente de color obscuro, inmunda y repulsiva,” los lamanitas (Mormón 5:15). Mitchill continuó diciendo que se podían “...seguir los vestigios de sus combates, sus conflictos, y su historia no contada, a Onondaga, la gran sede de los victoriosos iroqueses” (344). Curiosamente, José Smith después afirmó “…el gran profeta Onandagus… fue conocido desde el Cerro Cumorah, o el mar oriental hasta las Montañas Rocosas”[17]. Los onandagas eran también un pueblo iroqués localizado cerca de Syracuse, Nueva York. Su nombre a menudo es escrito “Onandagas” tanto en los relatos primitivos como en los modernos también [18]. “Onandagus” fácilmente podría ser el intento de José de escribir “Onandagas” u “Onondagas”. También podría haber sido su intento de establecer un vínculo lingüístico de imitación entre un personaje de la época del Libro de Mormón y la tribu encontrada más tarde viviendo a algunos condados de distancia del Cerro Cumorah. Después de todo, Mitchill había hecho la conexión entre las batallas antiguas y las primeras de Onondagas, de manera que José puede haber sentido que la autoridad académica le añadiría peso a sus propios reclamos.

Otro nombre iroqués mencionada en la Archaeology Americana de Mitchill también puede haber encontrado su camino en los escritos de Joseph Smith. El Doctor compara la fisonomía de varios marineros chinos con los de la tribu india Oneida de Nueva York (327). el Libro de Mormón menciona tanto un cerro como un lugar llamado Onidah. La guía depronunciación incluida al final del Libro de Mormón da a Onidah la misma pronunciación que la de la tribu india.

El Libro de Mormón, se afirma, fue escrito en alguna forma de egipcio “reformado” jeroglífico o demótico durante los mil años que los nefitas estuvieron en América. Los escritores mormones han afirmado durante mucho tiempo que ningún conocimiento de los jeroglíficos americanos –o cualquier escrito de América precolombina –existió hasta después de la publicación del Libro de Mormón [19]. Este mito es explotado en algún otro sitio en
Archaeologia Americana [20] (publicada diez años antes que el Libro de Mormón), así como por Mitchill que escribe en la página 340 que “el erudito Sr. Mathieu… ha examinado la descripción del Sr. Winthrop de los caracteres curiosos inscritos sobre la roca en Dighton, Massachusetts, como se publicaron en las transacciones de la Academia de Artes y Ciencias de Boston. Los considera jeroglíficos que pueden ser interpretados y explicados…” Y en las páginas 349 y 350 el Doctor relata esta información interesante: “Recibí, hace poco tiempo, directamente de México, varias piezas de tela, pintadas a la manera que los historiadores han representado a menudo… llenas de jeroglíficos y caracteres imitativos…” Debe hacerse hincapié que Mitchill afirma que esos jeroglíficos y caracteres que “han [sido] representados a menudo” por los historiadores. Obviamente, estos frecuentes relatos históricos que aluden a jeroglíficos mexicanos tenían que haber precedido a la publicación del Libro de Mormón, ya que son mencionados en una obra publicada diez años antes.

Un número de escritores mormones han afirmado que su libro seminal sagrado contiene detalles científicamente exactos sobre los terremotos que eran desconocidos antes de 1830. Típicos de estos apologistas son los autores Reorganizados Santos de los Últimos Días Roy E. Weldon y F. Edward Butterworth. En su libro Criticisms of the Book of Mormon Answered, escriben:

“Y sucedió que hubo densa obscuridad sobre toda la faz de la tierra, de tal manera que los habitantes que no habían caído podían sentir el vapor de tinieblas” (3 Nefi 4:18 [versión RSUD:SUD: 3 Nefi 8:20]). Desconocido en 1830 era el hecho que los grandes terremotos pueden liberar vastas cantidades de gases desde el interior de la tierra, que pueden ocasionar oscuridad inmediata. Estos vapores son pesados y usted puede “sentir los vapores de tinieblas.”
Concluyen, “José Smith no podría haber escrito estos hechos científicos en 1830. El relato en el Libro de Mormón fue escrito por un antiguo testigo presencial” (33).

Weldon y Butterworth se equivocan sobre el estado del conocimiento científico a principios del siglo XIX. Al igual que con muchos otros detalles en su libro, José parece haber recurrido de nuevo al Dr. Mitchill. En su artículo de 1815, “Una Narración Detallada de los Terremotos que se produjeron el día 16 de Diciembre de 1811” [21], el Doctor cita relatos de testigos de las convulsiones sísmicas que habían sacudido a los Estados Unidos.

"Durante el momento de la sacudida, los cielos estaban muy claros y serenos; no habiendo ni un soplo de aire bullicioso; pero en cinco minutos se oscureció mucho; y un vapor que parecía impregnar la atmósfera, tenía un olor desagradable, y producía dificultad para respirar. Esta oscuridad continuó hasta casi el amanecer. Durante su permanencia hubo seis sacudidas más. Como a las seis y media se aclaró. Sin embargo, el peligro se incrementó por otro sismo, que sacudió las casas con violencia, y derribó las chimeneas. La oscuridad regresó, y fue acompañada por ruidos fuertes, y un movimiento de saltos de arriba abajo."
Mitchill da tres relatos más de este “vapor” de varias partes del país. Entonces resume y teoriza, en parte: “3. El aire se producía abajo, y se liberaba a la atmósfera. 4. Este, al pasar por el agua, producía burbujas y espuma, y después de su liberación, formaba vapor visible,oscureciendo la atmósfera… 9. El gas (3, y 4)… lleva de manera inequívoca a la existencia de fuego subterráneo…”

En la actualidad no puede haber ninguna discusión que no se sabía en 1830 que “enormes cantidades de gases del interior de la tierra [pueden] causar oscuridad inmediata”. No hay duda de que esta información estaba disponible a través de las obras de un hombre con el que José Smith estuvo familiarizado durante al menos dos años antes que él publicara el Libro de Mormón. 

Varias de las opiniones más extrañas del Dr. Mitchill también se hicieron eco después en los escritos de José Smith. El Libro de Mormón enumera elefantes y caballos (junto con los misteriosos curelomes y cumomes) como animales domesticados utilizados por los antiguos habitantes “país del norte” de América (494-9). La página 433 de Observations on the Geology ofNorth America (New York, 1818) de Mitchill presenta dibujo titulados “DIENTES FÓSILES del MASTODONTE DE NUEVA-YORK y ELEFANTES NORTE AMERICANOS”. La biografía de Hall, citada por Kimball, menciona estos dientes de elefante en la Geología
de Mitchill. El Nile´s Weekly Register (que después publicó el artículo sobre el “Manuscrito Curioso” de Detroit) reportó el descubrimiento del Doctor de un diente de elefante en un depósito de marga en su número de Agosto 7, 1819. La ciencia ha demostrado que estos reportes eran, por supuesto, incorrectos. Como señala Hall, “probablemente eran dientes de mastodontes”[22]. Pero, por supuesto, si José tomó loselefantes de Mitchill, no podía haber sabido sobre el error de identificación.

La utilización del caballo por los pueblos del Libro de Mormón ha sido considerado por los críticos uno de los errores más evidentes de José. El buen Doctor tuvo antes la misma posición insostenible. En una carta a Reuben Haines, Secretario-Correspondiente de la Academia de Ciencia Naturales, con fecha 17 de abril de 1817 escribía: “Lea y no se maraville, he llegado a estar muy convencido que los tártaros de Norte Am. trajeron consigo el caballo [subrayado de Mitchill] así como el perro”[23]. Continúa diciendo que los caballos indios del noroeste de América no eran de la cepa europea, sino que se derivan de la misma fuente geográfica que sus dueños. Ya sea que Mitchill o cualquiera de sus corresponsales publicara o no alguna vez esta teoría estrafalaria antes de 1830, todavía tiene que ser plenamente investigado. Sin embargo, parece razonable que hubiera compartido esta teoría atrevida en sus conferencias de historia natural en Columbia, y su error zoológico con facilidad se hubiera “propagado”.

Siempre un chovinista estadounidense, parece en parte torcer las narices de los que apartaban la mirada de nuestro joven país cuando Mitchill proponía “que Estados Unidos era la cuna de la raza humana”. Continuó con ironía en Archaeologia Americana, “Pensé que apenas si vale la pena informar a un europeo que, al llegar a América, dejaba el
nuevo mundo tras de él con el propósito de visitar el ANTIGUO” (331). Pero incluso su amigo más íntimo encontraba esto como demasiado. J. W. Francis protestaba: “…cuando confirmaba como su opinión que el continente americano era el Viejo Mundo, y que el Jardín de Edén podría originalmente haber estado localizado en Onondago Hollow [Nueva York], forzaba un impuesto sobre la credulidad, demasiado oneroso de soportar”[24]. Por ahora, no debe ser ninguna sorpresa que José Smith impusiera un “impuesto” similar sobre sus seguidores.También demandó un origen americano para Adán y Eva. En Reminiscences of Joseph the Prophet, Edward Stevenson relata que José “dijo que el Jardín de Edén estuvo en o cerca de Independence [Missouri], la estaca central de Sión”[25].Numerosos testimonios por esta línea,incluyendo al segundo profeta SUD Brigham Young, llevaron al finado Apóstol SUD Bruce McConkie a hacer esta admisión en su libro Mormon Doctrine: “Los primero hermanos de esta dispensación creían que el Jardín de Edén estuvo localizado en lo que es conocido para nosotros como la tierra de Sión, un área para la cual el Condado Jackson, Missouri es el lugar central”[26].

El propósito de la relación anterior de similitudes entre las creencias a veces no convencionales mantenidas por Samuel L. Mitchill y las que después aparecen en los escritos y enseñanzas de José Smith es doble. Primero, estas similitudes demuestran que José fácilmente pudo haber tomado ideas de un hombre con quien está vinculado históricamente por la “transcripción Anthon”. Segundo, también demuestra que cuando José envió a Martin Harris con los facsímiles y la historia de las planchas de oro con el Dr. Mitchill, era a un hombre que José puede haber tenido toda la razón para creer que sería receptivo a la historia del Libro de Mormón. Después de todo, hubiera parecido, al menos en su mayoría, para verificar las propias teorías favoritas del Doctor. 

Se podría argumentar que, de acuerdo a la primera “historia” de José, que como todavía no había traducido ninguna de las planchas, no podría haber dicho virtualmente nada a Harris acerca de su contenido para compartir con Mitchill. Sin embargo, más de tres años antes José afirmó que finalmente se le permitió remover las planchas del Cerro Cumorah, se nos dice en el libro de Lucy que le fue dado un conocimiento sobrenatural acerca de la historia que contaban (91-92). Su madre escribió de ese periodo:
Durante nuestra conversación nocturna, José ocasionalmente nos da uno de los recitales más amenos que se pudiera imaginar. Describiría a los antiguos habitantes de este continente, su vestido, manera de viajar, y los animales sobre los que cabalgaban, sus ciudades, sus edificios,con todo detalle; su manera de hacer la guerra, y también su adoración religiosa. Esto haría con mucha soltura, al parecer, como si hubiera pasado toda su vida con ellos (92).
El mismo José confirmó que había recibido conocimiento especial antes de traducir las planchas. En una carta en 1842 a John Wentworth, editor del Chicago Democrat, escribe sobre la noche que Moroni supuestamente se le apareció por primera vez en 1823: “Se me informó acerca de los habitantes aborígenes de este país, y me mostró quiénes eran y de dónde venían; una breve semblanza de su origen, el progreso, la civilización, leyes, gobiernos…”[27]

Aparte de los muchos paralelismos con su trabajo que Harris y José pudieran haber esperado que excitara el interés del Dr. Mitchill en el proyecto Libro de Mormón, hay una razón particular para la selección de Mitchill que no debe ser pasada por alto. Si alguien quería publicidad para un nuevo descubrimiento o incluso un plan descabellado, el patrocinio del Dr. Mitchill podía hacerle la comidilla de la ciudad. Por ejemplo, el “visionario” Capitán John Symmes, que “declaraba que la tierra es hueca, y habitable en el interior”, esperaba atraer partidarios de una expedición polar declarando además al Dr.Mitchill uno de sus tres protectores. Symmes esperaban encontrar la apertura de una “tierra caliente y rica abastecida con vegetales y animales vigorosos, si no es que hombres” en el Polo Norte. (Curiosamente, fue en el estado natal de Symmes, Ohio, que José declaró más tarde que las Diez Tribus Perdidas de Israel vivían en una tierra “contigua al polo norte,separada del resto del mundo por infranqueables montañas de hielo y nieve.”)[28]

La bendición del Dr. Mitchill recorrió un largo camino con los inversores, los voluntarios y el público en general – todos los cuales necesitaba José, de una forma u otra, para hacer del Libro de Mormón un éxito. Tal vez la influencia del Doctor fue mejor descrita después de su muerte por su amigo Fitz-Greene Halleck. El párrafo siguiente de su libro The Great Moral Picture aclara por qué si se tenía un manuscrito curioso, o solo curiosidad, el Dr. Mitchill era el hombre a ver (es citado por Hall en la página 14, pero erróneamente atribuido a Joseph Rodman Drake):
Tiempo fue cuando del Doctor Mitchill La palabra era ley, Cuando monos, monstruos, ballenas y esquimales No pedían sino una carta de su mano presta,Para ser el tema y la maravilla de la tierra [29].
¿Es de extrañar entonces que Martin Harris, que planeaba invertir en el Libro de Mormón, buscara una carta del Dr. Mitchill? Después de todo, él esperaba que la “obra maravillosa y un prodigio” de José Smith se convirtiera en la “maravilla de la tierra”. 

Además de la conexión con el Dr. Mitchill, hay algo muy curioso que cabe señalar en el hecho de que las páginas del Manuscrito Detroit fueran enviadas a Alexander Macomb en Washington, D. C. En realidad, no es ningún misterio por qué el dueño del manuscrito, Abraham Edwards las enviara allí. Después de todo, como el tío de José, Stephen Mack, Macomb era socio de negocios con Edwards en la Pontiac Company. Como Jefe del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, Macomb estaba en condiciones de hacer que el asunto fuera investigado a fondo por los subordinados como el Mayor (Isaac) Roberdeau mencionado en el artículo del Washington Republican. El misterio yace en por qué Martin Harris (o su director, José) planearon también llevar los facsímiles del Libro de Mormón a Washington. De acuerdo a un testigo de ese periodo en Palmyra, Harris intentaba buscar a los sabios ¡en las mismas ciudades a las que las páginas y facsímiles del Manuscrito Detroit habían sido enviadas!

El ministro episcopal John A. Clark escribió de una visita que le hizo Martin Harris en sureminiscencia Gleanings by the Way: “[Harris] era tan fervoroso sobre este asunto, que inmediatamente partió, con algo del manuscrito que Smith le suministró, en un viaje a Nueva York y Washington(20). ¡Este paralelismo adicional no puede señalarse demasiado enérgicamente! Las reputaciones del Dr. Mitchill y del Profesor Anthon podrían hacer obvia la elección de Nueva York para alguien que buscara la opinión de los sabios, pero ¿por qué Washington, D. C. con sólo su incipiente Georgetown College para recomendar? ¿Por qué planear viajar 250 millas al Capitolio de la nación siguiendo el todavía más largo viaje desde Palmyra a la ciudad de Nueva York, cuando otras, instituciones más prominentes, estaban más cercanas a la mano? 

En su artículo sobre la “transcripción Anthon,” el Dr. Kimball enumera a los “principales académicos clásicos en los Estados Unidos en 1828”(330). De los seis profesores incluidos además de Anthon, dos estaban en Yale, a solo 75 millas de Nueva York. Los otros cuatro enseñaban en Harvard, de nuevo una distancia más corta desde Nueva York que Washington. Además, el Dr. Kimball hace este comentario en cuanto a los “centros de aprendizaje” de Estados Unidos en ese momento: “Existían cinco de tales centros – Harvard, Yale, Princeton, la Universidad de Pennsylvania (o lo que después se llamó por ese nombre), y Columbia College (ahora Columbia University)”(330).

A riesgo de ser acusado de “caminar el gato hacia atrás”, como dice la CIA, una explicación del itinerario original de Harris, incluyendo tanto la ciudad de Nueva York y Washington, D.C. parece obvia. Si la conexión entre el Manuscrito Detroit y la llamada “transcripción Anthon” es más que solo superficial – más que solo el modelado de José Smith de su historia según los primeros relatos de los periódicos – entonces se podría haber vuelto necesario que Martin Harris continuara al Capitolio. Por ejemplo, si los caracteres encontrados en la “transcripción Anthon” y los “signos y símbolos” del Manuscrito Detroit tuvieran algo en común, algo que Mitchill y el profesor en Washington pudieran haber reconocido, entonces la dirección de José a Martin Harris para ir a esas dos ciudades tiene sentido perfecto.

De acuerdo al Rev. Clark, Harris era crédulo al extremo. De manera ilógica, el hecho mismo que Clark no reconociera los caracteres “fue para Harris una nueva prueba de que todo el relato de la revelación divina que le hizo Smith era por completo confiable”(228). Si ya fuera Mitchill en Nueva York o Grace en Washington reconociera – pero no pudiera traducir– los “signos y símbolos” que Harris les mostrara, José habría considerado que era probable que Martin Harris regresaría a Palmyra como un verdadero creyente listo para financiar la eventual impresión del Libro de Mormón. Mejor aún, si Mitchill no se tragara totalmente el anzuelo de hacer a José una causa célebre, su fama estaría asegurada, y habría seguidores en abundancia (y sin necesidad que Harris continuara a Washington). 

Si hubiera similitudes entre los caracteres en los dos manuscritos, esto, por supuesto, habría requerido que José Smith, o alguien relacionado con el Libro de Mormón, hubiera visto el Manuscrito Detroit, sus facsímiles o copias de sus “signos y símbolos.” Lo que plantea la pregunta obvia, siendo este el caso que José, ¿cómo llegó a las copias o al manuscrito mismo? Admito, respondiendo al cómo, está lejos de demostrar el hecho. Al igual que con muchos acontecimientos de la historia, es posible que ninguna prueba tangible alguna vez estará disponible. Por lo que yo he podido determinar, el Manuscrito Detroit desapareció hace mucho tiempo. Ninguno de los archivistas de Michigan con los que hablé habían oído siquiera del libro que había causado tal revuelo y “llegado a ser más y más penoso” en su día. Naturalmente, su desaparición no es evidencia que José recibiera el manuscrito. Pero, si lo hubiera hecho, ciertamente explicaría su pérdida para la historia. No tendría ninguna utilidad aferrarse a la evidencia que pudiera utilizarse en su contra si cayera en las manos equivocadas. Personalmente, creo que probablemente vio sólo las páginas del facsímil o tal vez sólo muestras de los “signos y símbolos”. El resto del original puede haber sido enviado al Dr. Mitchill como él pidió. Si es así, habría sido echado al fuego en su casa de Staten Island el que consumió la mayor parte de sus papeles [30]

La respuesta a quién pudo haber proporcionado a José los facsímiles, es obvia – su tío, Stephen Mack. La carrera de Mack en Michigan estuvo íntimamente asociada con el propietario del Manuscrito Detroit, Abraham Edwards – comercial, social, y políticamente. Como ya se señaló, Mack y Edwards eran miembros de la Pontiac Company, un grupo de inversionistas que fundaron el actual Pontiac, Michigan [31]. En 1816 fueron elegidos síndicos de la ciudad un año después que el Gobernador Cass “restaurara el control de los asuntos locales para el pueblo”. Ambos fueron electos a los mismos puestos al siguiente año [32].
El 13 de agosto de 1817, cuando llegó la noticia a Detroit que el Presidente James Monroe llegaría en breve a su ciudad, un comité ad hoc fue formado para hacer los arreglos pertinentes para una recepción. Ambos hombres fueron nombrados al comité que proporcionó un baile social y fuegos artificiales para la visita presidencial [33]. Antes de ayudar a fundar la Pontiac Company en 1818, Mack y Edwards habían llegado a ser accionistas ese año en el recientemente establecido Banco de Michigan. Menos de un mes después ambos fueron electos al Consejo de Administración del banco [34]. En el año siguiente al descubrimiento del
Manuscrito Detroit, siguieron adelante en la política territorial. El Niles’s Register del 23 de febrero de 1824 reporta: “Abraham Edwards, Stephen Mack, [y otros siete] para sermiembros del consejo legislativo del territorio de Michigan”(416).

Parte 4

No solamente era la fuerte conexión entre Abraham Edwards y Stephen Mack, sino que está bien documentado que la madre de José Smith, Lucy Mack Smith, era especialmente cercana a su hermano Stephen. Cuando Lucy tenía ocho años su madre yacía cercana a la muerte. Ella reporta en su autobiografía que su madre “me dio con mi Hermano Stephen, pidiéndole que cuidara de mí y que yo apareciera como su propia hija, y luego se despidió de nosotros”(29). Stephen aceptó, pero la despedida de su madre fue prematura: sobrevivió a su enfermedad. Sin embargo, obviamente él tomó en serio la responsabilidad que le fue dada.Cuando su hermana Lovina murió varios años después, Lucy escribe, “…mi Hermano Stephen, que vivía en Tunbridge, Vermont, llegó con mi padre en una visita, e insistió tan tenazmente en que le acompañara a casa que mis padres aceptaron”(29). Lucy permaneció con Stephen por un año, durante el cual conoció a su futuro esposo, José (Sr.). Regresó a casa, pero escribió que fue “solo un tiempo breve cuando mi hermano vino de nuevo por mí e insistió con tanta fuerza sobre mi regreso con él, que llegué a la conclusión de hacerlo así. Y esta vez me quedé con él hasta que me casé, lo cual tuvo lugar el siguiente enero”(30).

Después del matrimonio de Lucy, Stephen siguió buscándola. Él y su socio de negocios, John Mudget, le dieron como regalo de bodas mil dólares [35] - literalmente una pequeña fortuna en ese tiempo. Esa fortuna eventualmente fue perdida por su esposo en una turbia inversión de ginseng. De acuerdo a Lucy, Stephen confrontó al hombre que ella y su esposo creían que les había engañado y casi tuvo éxito en dejarlo al descubierto antes que el hombre huyera del pueblo (45-46).

Después del colapso financiero de los Smith, se mudaron a diferentes pueblos en Vermont, incluido Sharon, donde nació José Smith, hijo, en 1805. Cada una de estas mudanzas fue dentro de una docena de millas de Stephen en Tunbridge, así que puede haber pocas dudas que las relaciones con la familia de su hermana continuaron. Incluso los Smith se mudaron de vuelta a Tunbridge por un tiempo en 1808 [36]. En 1810 Stephen Mack se mudó a Michigan, sin embargo, su esposa y los doce hijos permanecieron detrás por los siguientes doce años en Tunbridge y, después de 1816, en la cercana Norwich, Vermont [37]. Stephen regresaba periódicamente a visitarles [38], de manera que también tendría un contacto más o menos regular con el joven José hasta que tuvo diez años, tiempo en el que en 1816 los Smith se mudaron a Palmyra, Nueva York. También parece muy probable que la familia Mack hubiera visitado a los Smith en 1822 – solo un año antes del descubrimiento del Manuscrito Detroit
– en su camino a Buffalo para tomar el barco a Detroit para reunirse de manera permanente con Stephen. 

Aunque no está registrado si José Smith, hijo, visitó alguna vez a su tío en Michigan antes de la muerte de Stephen en 1826, su conexión continua con la familia Mack es reportada por la Comisión Histórica de Michigan. En el esbozo biográfico de Stephen Mack escribieron: “José Smith, el profeta mormón, era primo de los Mack. Smith visitó varias veces el Condado Oakland antes de su mudanza a Illinois”[39]. En vista de la atención nacional puesta en el Manuscrito Detroit (incluso encontré mención de él en el periódico de la ciudad natal de Oliver Cowdery, el escriba del Libro de Mormón)[40] y la conexión de Stephen Mack tanto con Abraham Edwards como con Lucy Mack Smith, parece muy probable que la familia Smith hubiera conocido del descubrimiento del manuscrito en 1823 – además de la evidencia obvia de las semejanzas entre él y el Libro de mormón. La historia del manuscrito pudo incluso haber sido la responsable de un renovado interés de la familia Smith en la búsqueda de tesoros ese mismo año, después de todo, el manuscrito era un tesoro oculto de cierto tipo. 

Existe evidencia debatible de que José, padre, comenzó su carrera de búsqueda de tesoros en Vermont [41]. Aunque Abner Cole (bajo el seudónimo Obidiah Dogberry), editor del
Reflector de Palmyra, no sabía de esta evidencia, tenía esto para decir sobre el tema en un artículo de 1831:

“Somos incapaces de determinar si el viejo Smith alguna vez estuvo ocupado con las transacciones de búsqueda de tesoros desde Vermont, o no, pero es un hecho bien comprobado que poco después de su llegada [1816] aquí evidenció una creencia firme en la existencia de tesoros escondidos, y que esta sección del país abundaba en ellos.”[42]
Aun cuando la evidencia de la búsqueda de tesoros de José, padre, antes de Palmyra todavía es debatida, la mayoría de los académicos SUD modernos han renunciado a discutir en contra del hecho que José Smith, hijo, fue juzgado y condenado por la búsqueda de tesoros en una corte de Bainbridge, Nueva York. De acuerdo a un documento de la corte de ese juicio de 1826 publicado en 1873 y confirmado por el descubrimiento de un segundo documento de la corte encontrado por Wesley P. Walters en 1971, Smith narró:
Que tenía cierta piedra que de vez en cuando había mirado para determinar dónde estaban escondidos los tesoros en las entrañas de la tierra… Que en Palmyra había pretendido decir, al mirar en esta piedra, dónde estaba enterrado el dinero en monedas en Pennsylvania, y que mientras estaba en Palmyra a menudo había determinado con precisión, de esa manera, dónde estaban los bienes perdidos de varias clases; que ocasionalmente tenía la costumbre de mirar a través de su piedra para encontrar objetos perdidos durante tres años, pero había dejado de hacerlo a causa de que dañaba su salud…”[43]
Si José comenzó a utilizar su piedra vidente tres años antes de su arresto en 1826, eso se fecharía alrededor de la época que el descubrimiento del Manuscrito Detroit fuera reportado por primera vez. Pero contrario a los asuntos de salud, José siguió usando su piedra vidente después de 1826. No solamente afirmaba recibir revelaciones de Dios por medio de ella, sino que su esposa Emma, David Whitmer, y Martin Harris también reportaron que traducía el Libro de Mormón poniendo su piedra en un sombrero, presionando su rostro en el sombrero para bloquear la luz, y pronunciando las palabras que aparecían en la piedra resplandeciente [44].

Lo que sí cambió realmente después de 1826 es que José parece haberse movido de la búsqueda de tesoros a la religión. La plática de haber desenterrado un libro perdido comenzó al siguiente año [45]. En una declaración jurada, Peter Ingersoll, que conoció a los Smith en 1822, afirmó que se volvió confidente de José entre agosto y el otoño de 1827. Por la presión de su familia para que regresara a buscar tesoros, José le contó a Ingersoll sobre una broma que les jugó. Entró a su casa a la hora de la cena llevando varios bultos de arena blanca que había encontrado en el bosque y que envolvió en su camisa. Su familia estaba impaciente por saber qué había traído a casa. José le contó a Ingersoll, “Se me ocurrió pensar en lo que había oído hablar de una historia encontrada en Canadá, llamada la Biblia de oro; así que gravemente les dije que era una Biblia de oro” [46].

Nadie ha podido descubrir ninguna referencia a una Biblia de oro encontrada en Canadá, para ayudar a corroborar la afirmación de Ingersoll. Sin embargo, es muy posible que José echara mano de su recuerdo del origen del Manuscrito Detroit. Después de todo, el Dr.Mitchill pensó originalmente en la propuesta de Canadá “que fuera llevado a Detroit por uno de los eruditos jesuitas, que estuvieron en Canadá cuando fue colonizado, embarcados en el servicio misionero entre los aborígenes”. No solo era una obra religiosa, sino que José puede haber recordado también la comparación de Mitchill del Manuscrito Detroit con “los tipos de varios idiomas en la colección de la Sociedad Bíblica Americana,” y que “después lo comparó con un manuscrito bíblico muy curioso, en posesión del Sr. Paff”. El buscador de tesoros en José –y en especial el deseo de emocionar a su familia – podría explicar la adición de “oro” a la idea de un manuscrito religioso “canadiense” que hubiera sido comparado con numerosas Biblias. 

Lo que también podría ser importante sobre el cambio de la orientación sobrenatural de José en 1827, es la muerte de su tío el 11 de noviembre 1826. De las notas póstumas escritas sobre Stephen Mack, emerge la descripción de un hombre talentoso que trabajó duro para sí mismo, su familia, y su comunidad. “Nunca alentó la ociosidad,” pero “hizo considerable obra pública, con el propósito de dar empleo a los pobres” [47]. Veterano de la Guerra Civil, el Coronel Mack sin duda era también un patriota. En resumen, todo indica que era un hombre muy respetado, de buena reputación. Si Stephen Mack hubiera proporcionado a los Smith (o solo a José) el Manuscrito Detroit  o sus facsímiles, debido a su intenso interés en tales asuntos, ninguno de ellos podría haber avanzado con un engaño religioso tan obviamente basado sobre ese manuscrito mientras Stephen estuviera vivo. Aun siendo el padre sustituto de Lucy, muy probablemente, se habría sentido obligado a poner al descubierto tal abuso sobre el público estadounidense. 

Después de tener la certeza razonable que el Manuscrito Detroit de Abraham Edwards no reposaba en ninguna colección en los Estados Unidos o Canadá, decidí que un método para descubrir como lucían sus “signos y símbolos” sería localizar la Biblia manuscrita de Paff. Mitchill había comparado sus anotaciones al margen con los caracteres desconocidos del Detroit. Mi biblioteca universitaria cercana arrojó una andanada microfilmada de un folleto de la “Galería de Pinturas” de M. Paff, publicada en la ciudad de Nueva York en 1812. Revisé el
Longworth's New York Register and City Directory y encontré la dirección de la galería de pinturas de M. A. Paff, en Cedar 124.

Localizar su Biblia no fue una investigación fructífera como encontrar al hombre. Después de consultar los volúmenes estándar de las colecciones de manuscritos sin resultados, entré en contacto con la Sociedad Bíblica Americana mencionado por Mitchill. Al fracasar allí, contacté a la Biblioteca Pública de Nueva York. Warren C. Platt en esa institución encontró una litografía de M. Paff y un catálogo de sus propiedades, publicado por A. Levy, subastador. En una nota por correo electrónico escribió: “He examinado los catálogos de la propiedad de Michael Paff y no encontré referencias de ninguna Biblia.” 

Agregado en marzo de 2009:

“Un estenógrafo desconocido ha proporcionado una versión estenográfica completa de la traducción al inglés de Arthur George de La sabiduría de los antiguos (primera edición, 1619) de Bacon, en los márgenes de esta versión latina, De sapientia veterum (1634)”. [FolgerShakespeare Library]
Las notas estenográficas al margen en la imagen anterior (vea la ampliación añadida a la derecha) probablemente son similares a las que el Dr. Mitchill vio en los márgenes de la Biblia latina manuscrita de Michael Paff.

Volviendo al tema de los manuscritos irlandeses en general, accidentalmente tropecé con lo siguiente bajo el título “Escritos Irlandeses” en The Encyclopedia of Ireland: “El sistema irlandés de abreviaturas incluye palabras-símbolo de la estenografía clásica (‘notaeTironianae')”(115).

Recordé el comentario de Grace sobre “abreviaturas extrañas” en el manuscrito. Como la mayoría de los lectores modernos, pensaba de las abreviaturas como palabras o frases acortadas al quitar letras, Sr., Dr., Rev., I.R.S., etc. Pero de acuerdo a TheNew Catholic Encyclopedia (1967), existen tres clasificaciones de abreviaturas, una de las cuales es “signos y símbolos convencionales”. Por ejemplo, el ampersand *,"&", es una abreviatura simbólica todavía en uso generalizado.

(*Ampersand= Proveniente de la expresión and per se and , es decir, «y por sí mismo, y», antiguamente usadacomo parte de la retahíla para la memorización del alfabeto. N. del T.)

Como resultado, el ampersand procede de la antes mencionada “notae Tironianae”. Ese mismo artículo del New Catholic Encyclopedia revelaba: "El término notas Tironianas se emplea para designar un sistema romano de la estenografía o taquigrafía, la invención de la cual se atribuye por tradición al secretario de Cicerón, M. Tulio Tiro. Sus abreviaturas o símbolos eran llamados notae… “las notas Tironianas eran” especialmente populares entrelos escribas irlandeses en el Continente entre los siglos VII y X” (Vol. 1, 11).


De manera que lo que Mitchill llama “signos y símbolos” en el “libro desconocido” los cuales son “exactamente iguales” a las notas al margen en la Biblia Latina de Paff y lo que el Profesor Grace describe como “abreviaturas extrañas” en los facsímiles parecen ser uno y lo mismo. Y, superficialmente, parecía posible que fueran notas tironianas. Estos símbolos no sólo eran favorecidos por los escribas irlandeses, sino que también me encontré referencias a escribas carolingios y monjes medievales escribiendo notas marginales en notae [48]. Por supuesto, ningún manuscrito medieval contendría las marcas de agua que Mitchill encontró en las páginas que le enviaron. Sin embargo, el Manuscrito Detroit , casi seguramente, habría sido copiado de un manuscrito o manuscritos anteriores.

También había algo familiar en la frase de The Encyclopedia of Ireland “estenografía clásica”. En la página 334 de su artículo, el Dr. Kimball cita de una carta escrita por el próximo -a-ser mormón W. W. Phelps, de fecha enero 5, 1831: “En el momento que se dice que las planchas se encontraron, una copia de una o dos líneas de los caracteres, fueron llevadas por el Sr. Harris a Utica, Albany y Nueva York; en Nueva York, se los mostró al Dr.Mitchell, y él los refiere al profesor Anthon que los tradujo y los declaró taquigrafía egipcia antigua”. Phelps, también, confirma la versión de la historia “solo los caracteres”, como también concuerda con Anthon que Harris originalmente buscó al Dr. Mitchill. Pero lo que es extremadamente interesante es el hecho de que “la taquigrafía antigua” puede haber surgido en la reunión Anthon/Harris.


¿Podría Charles Anthon haber notado un parecido superficial entre los caracteres que Harris trajo y la taquigrafía latina antigua? Y si de casualidad hubiera mencionado la “taquigrafía antigua” a Harris, cuando estudiaba la transcripción, ¿podría esto haber convencido a Harris que los “caracteres egipcios” [49] eran genuinos, aun cuando el veredicto final de Anthon fuera negativo? En cuanto a la última pregunta, la experiencia del Rev. Clarkcon Harris indicaría que sí. Si Harris vio la mera ignorancia de Clark de los caracteres como prueba de su autenticidad, imagínese lo que el heno al agricultor crédulo habría hecho de la “taquigrafía antigua”.

Pero, ¿Anthon estaba familiarizado con las notas tironianas? En la edición 1825 de
Lempriere's Classical Dictionary
CORREGIDO Y MEJORADO POR CHARLES ANTHON, PROFESOR ADJUNTO DE IDIOMAS Y GEOGRAFÍA ANTIGUA ENCOLUMBIA COLLEGE, NUEVA-YORK” está la siguiente anotación llevada desde el original Lemprierie’s: “Tiro, Tulio, un liberto de Cicerón, muy estimado por su amo por su sabiduría y buenas maneras. Se decía que inventó la escritura taquigráfica entre los romanos…”(736) Además, la Paleographia critica de Ulrich Friedrich Kopp, un diccionario comprensivo de notae, se había publicado en Alemania en 1817. No es improbable que un erudito latino y alemán [50como Anthon hubiera tenido al menos un conocimiento superficial de este trabajo sobre la taquigrafía latina. Como señala Coon, "Fue Anthon quien abrió los ojos de los académicos ingleses y estadounidenses hacia lo que era hecho por los alemanes"(149).

Envié detalles del 
Manuscrito Detroit y una copia de la “transcripción Anthon” al hombre que pronto supe que era posiblemente la principal autoridad del mundo en notasTironianas, el Dr. David Ganz del King’s College London. También comencé a comparar la “transcripción Anthon” con dos libros que contienen notas tironianas. El primero, el lexicónde Kopp, arriba mencionado, contenía miles de notae. Junto con la lista de los símbolos, la Introduction a la Lectures des Notae Tironiennes (Paris, 1900) de Chatelain, presentaba numerosas placas de manuscritos medievales. A medida que avanzaba mi comparación, tomando la frase de Mitchill, me “impacté con la semejanza”. 

Finalmente, formulé dos listas de más de treinta símbolos idénticos, o casi idénticos, encontrados tanto en la “trascripción Anthon” como en uno o ambos libros notae (ver una parte de esa comparación más abajo). Le mostré las comparaciones a una gran muestra de los asistentes a varias conferencias de educación en el hogar, pidiendo a cada uno si consideraba los símbolos a la izquierda idénticos a sus contrapartes tironianas a la derecha. Para un lego, consideraban cada juego de símbolos virtualmente idénticos. Estas notas taquigráficas latinas coinciden casi sesenta por ciento de los “Caractors” de la transcripción repetidos ocasionalmente.

También comencé a tratar de determinar de cuál tratado gaélico católico romano habían llegado las cuatro páginas traducidas de los facsímiles Detroit. Finalmente, emergió un sospechoso principal. El clérigo católico Dr. Geoffrey Keating (c.1570 - c.1640) había escrito
Eochair-sciath [orsgiat] an Afrinn -- An Explanatory Defense of the Mass – por 1615. The New Catholic Encyclopedia reveló que “es considerado como el mayor estilista de la prosa en Irlandés-Gaélico”. Pero fue esta línea en esa entrada la que me convenció de que había encontrado a mi hombre: “Sus obras se mantuvieron muy populares hasta el siglo XIX y se distribuyeron cientos de copias manuscritas” [51].

Puesto que el Boston College tenía un manuscrito de esta obra de Keating (nunca se ha publicado en inglés), me puse en contacto con su Departamento Gaélico. El poeta irlandés y profesor visitante Nuala Ni Dhomhnail fue lo bastante amable para revisar por mí el capítulo catorce. Como en el capítulo catorce comenzado en la página número 178 en el facsímil de Grace, el Dr. Ni Dhomhnail confirmó que el manuscrito Keating de Boston trataba de las razones por las que la Iglesia Católica Romana no ofrecía a los laicos la copa durante la Comunión en su época.

La identificación de la obra de Keating, aunque emocionante, presentaba ciertos problemas. La utilización de las notas tironianas había muerto después de un milenio en el siglo XI, principalmente porque una iglesia medieval supersticiosa las consideraba de alguna manera mágica o satánica. Incluso los esfuerzos de Thomas Beckett para revivirlas en el siglo XII habían fracasado [52]. ¿Cómo pudieron aparecer notas tironianas en un manuscrito copiado después de 1615?


La respuesta negativa para la última pregunta parecía estar confirmada por las eventuales respuestas por correo electrónico del Profesor Ganz. Escribió en el primero: “Si los caracteres en su fotocopia [es decir, la “transcripción Anthon”] son un texto continuo, entonces dudo muchísimo que sean un texto en el sistema tironiano”. Le envié mi comparación de los “Caractors” de José y las notas tironianas de Kopp y Chatelain. A pesar de las semejanzas obvias el Dr. Ganz argumentó que según el marco temporal del tratado de Geoffrey Keating era, hasta donde podía determinar, imposible para que Manuscrito Detroit contuviera notas tironianas. También consideraba que la Biblia Latina de Paff no podía contener taquigrafía latina – a pesar del hecho que estaba en uno de sus artículos que había leído primero sobre
notae marginal. Sus argumentos contra una todavía desconocida Biblia manuscrita del siglo XI (o anterior) con anotaciones tironianas en el margen que estuviera en las manos de un coleccionista menor de la ciudad de Nueva York en la década de 1820, eran tanto académicos como convincentes. (Y ¡¿quién soy yo para discutir con el único hombre en el mundo de habla inglesa con una cátedra establecida en Paleografía?!
Por supuesto, nunca había considerado “los caracteres… un texto continuo”. Mi hipótesis de trabajo sólo tenía a José copiando estos símbolos al azar desde el manuscrito o facsímiles. Para el caso, el interés inicial de José pudo haber estado en las “abreviaturas extrañas” solamente. Ciertamente es posible que Stephen Mack solamente reprodujo algunos de estos “signos y símbolos” para satisfacer la curiosidad de su sobrino. Pero eso no contestaba la cuestión del marco temporal. El parecido exacto entre los“Caractors” y las notas Tironianas todavía me decían que tenía que haber algún tipo de conexión entre los dos. Volví sobre mis notas y descubrí que el profesor Ganz en realidad había ofrecido la solución en su primer correo electrónico. Allí comentó: “Pero existen algunas adaptaciones posteriores del sistema tironiano... Me temo que no sé lo suficiente sobre los sistemas de taquigrafía de los siglos XVI y XVII para saber si podrían ser relevantes”. Siguiendo esa pista revisé muchos de los primeros métodos taquigráficos modernos en microfilm en la Universidad de Delaware. Cada sistema sucesivo parecía estar basado, al menos en parte, sobre el otro, y casi todos tenían numerosos caracteres parecidos a las notas tironianas y los caracteres de la “trascripción Anthon”. También al mirar en retrospectiva a mi investigación de notae, encontré la mención de un abad, Johannes Trithemius (1462-1516), quien descubrió un códice sobre las notas tironianas desmoronándose en un claustro en Mainz a fines del siglo XV. Puesto que las notas tironianas habían sido utilizadas en comunicaciones secretas por las cancillerías reales y adaptadas por el Papa Silvestre II (999-1003) como una clave, Trithemius los veía principalmente como escritura secreta. El monje erudito escribió dos tratados sobre la criptografía de amplia circulación en forma manuscrita, el Steganographia y la Polygraphia [53]. En su Renaissance Curiosa, Wayne Shumaker escribe acerca del descubrimiento de Trithemius, “Las notas iban a ser mencionadas regularmente en tratados posteriores sobre criptografía cuando se esbozaba la historia del arte”(94).

Parte 5

En su artículo “Criptografía en el Siglo XVI y XVII”, en línea, Thomas (Penn) Leary indica: “Los escritos secretos se volvieron una preocupación del inglés. Un doctor llamado Timothy Bright escribió el primer libro sobre taquigrafía que se publicó en 1588 bajo el título, The Arte of Shorte, Swifte and Secret Writing ”[54]. De acuerdo a The OxfordCompanion to the English Language“, El sistema de Tiro… influenció el primer sistema moderno, desarrollado en Inglaterra por Timothy Bright… Durante los siguientes 50 años unos 13 sistemas ortográficos fueron publicados, siendo el mejor conocido La Escritura Abreviada de Thomas Shelton (1626), que utilizó Pepys” [55]. El artículo de Leary continúa citando una fuente contemporánea que habla casi desdeñosamente de la proliferación de sistemas taquigráficos en su época. El Obispo John Wilkins escribió la obra criptográfica Mercury: or the Secret and Swift Messenger en 1641. Leary escribe:
Al discutir la taquigrafía como un estilo de clave Wilkins dice que una forma de ella era practicada por los Magistrados Romanos y que existía un diccionario de caracteres taquigráficos publicado por Janus Gruterus [1560-1627]; “El mismo Cicerón escribe un Tratado sobre este Tema”. En los tiempos isabelinos y jacobinos “Estos Escritos Taquigráficos son ahora una Práctica tan común (siendo usual para cualquier Mecániko común tanto escribirlo como inventarlo) que no necesitaré establecer ningún Ejemplo particular de él”.
Como ya se ha dicho, el crédito por las notas tironianas suele ir hacia el sirviente de Cicerón, Tiro, no Cicerón mismo. Pero la observación concisa de Wilkens no sólo confirma el préstamo de Bright de las notas tironianas, sino que también demuestra que una explosión de los sistemas en el siglo XVII tenía sus raíces en los caracteres de Tiro. Un texto taquigráfico contemporáneo de José Smith también da fe de la conexión directa entre el aspecto de abreviaturas posteriores y las notas tironianas. En la introducción a la séptima edición de su texto taquigráfico, The Art of Short Hand Writing (Philadelphia, 1829), Marcus Gould escribe, “La primera publicación sobre este tema del cual tenemos información correcta fue hacia el año 1500, de un manuscrito latino, fechado 1412. Varias otras publicaciones siguieron en sucesión, sin avanzar materialmente o cambiar el carácter del arte, hasta alrededor del comienzo del siglo XVIII....”(iii)Además, es interesante observar que al menos dos de estos primeros sistemas, Zeiglographia de Thomas Shelton y Stenography, de Metcalfe, aparecen como notas marginales en los libros impresos [56].

En vista de las circunstancias, creo que es altamente probable que las notas al margen en la Biblia de Paff y los “signos y símbolos” que eran “tan exactamente iguales” en el 
Manuscrito Detroit eran notas taquigráficas de un sistema inventado un tiempo antes del siglo XIX. Debido a que muchos caracteres de la "trascripción Anthon" se asemejan a las notas tironianas y los primeros caracteres taquigráficos modernos, creo que es justo concluir - dadas las conexiones ya enumerados en este artículo entre el propietario del manuscrito “curioso” Abraham Edwards, Stephen Mack, José Smith, y Samuel L. Mitchill – que la “transcripción Anthon” es, muy probablemente, principalmente una colección al azar de los primeros caracteres taquigráficos modernos transcritos desde el Manuscrito Detroit. Y, si Anthon tenía razón en su conclusión de que el Dr. Mitchill sospechó “un truco” cuando Harris le mostró los caracteres, entonces su similitud con los “signos y símbolos” del manuscrito irlandés, ciertamente explicaría la sospecha de Mitchill.

También es muy posible que, mientras tanto, el Dr. Mitchill sospechara – o llegara a estar razonablemente seguro – lo que los “signos y símbolos” eran realmente. Tres años después del caso del Manuscrito Detroit, podría decirse que los diarios más famosos en idioma inglés se publicaron. Samuel Pepys (1633-1703) era el primer secretario británico del Almirantazgo. Sus asombrosos diarios, que dan quizás la visión más cándida de Londres durante el reinado de Carlos II, fueron escritos en la primera taquigrafía moderna [57]. John Smith, estudiante en el St. John’s College, emprendió la hercúlea tarea de descifrar los diarios [58]. Irónicamente, a medida que el Sr. Smith trabajaba sobre los manuscritos, “La Tachygraphy de Thomas Shelton, dando una explicación completa de este sistema particular de taquigrafía, estaba en los anaqueles de la biblioteca. Pero los libros eran tan poco conocidos que ni el Maestro ni los Compañeros del colegio sabían de la existencia de esta clave que le habría ahorrado semanas a Smith, si no es que meses, de trabajo”[59].

La publicación de los diarios de Pepys en 1825 contó con “un éxito inmediato y fenomenal” [
60]. Parece poco probable que el famoso desciframiento hubiese pasadodesapercibido por el ecléctico Mitchill. Si las noticias de los diarios de Pepys dieron al Dr.Mitchill la clave que necesitaba para darse cuenta de lo que probablemente eran las “abreviaturas extrañas” en el Manuscrito Detroit, tendría aún más sentido si sospechó un engaño cuando se le mostró el “egipcio reformado” de Harris.

Me gustaría predecir que con la búsqueda diligente a través de archivos mohosos todavía puede ser posible develar el sistema específico utilizado en la “transcripción Anthon”, pero no puedo. Eric Sams declara estos hechos básicos (y desalentadores) de descifrar los numerosos diarios taquigráficos que han desconcertado a los historiadores, en su artículo pionero “Descifrando el Código Histórico” (Times Literary Supplement, 8 de febrero de1980):
…las mismas primeras taquigrafías eran completamente parecidas a los sistemas contemporáneos de cifrado. Una dificultad principal en la obtención de acceso a la primera noradica en la ausencia de claves, sino en presencia de un gran manojo estridente de ellas. En los últimos cuatro siglos, por lo menos 300 taquigrafías diferentes se han publicado sólo en Inglaterra, y muchas otras habrán circulado en forma de manuscrito. Además, cada sistema podría ser alterado o adaptado a voluntad por cada usuario. Incluso los manuales impresos a menudo eran revisados por sus autores en ediciones posteriores o plagiados por otros. Así que por lo general es imposible comenzar por identificar el sistema y consultar el libro de referencia.
Sin embargo, es totalmente factible, dado el suficiente texto taquigráfico, descifrar el sistema por medio del análisis y la inducción, sin siquiera ver el manual publicado o de hecho saber de su existencia.(154)
Incluso si el texto de la “transcripción Anthon” representara un mensaje taquigráfico continuo, sus siete líneas son demasiado pocas para decodificar. Si los caracteres fueron extraídos del Manuscrito Detroit, como creo que fueron, incluso allí las notas taquigráficas sólo parecen haber sido esparcidas entre el gaélico. Si la mayoría de las páginas facsimilares entregadas a Grace hubieran estado formadas por “abreviaturas extrañas”, hubiera sido imposible para él haber traducido lo que Mitchill llamó “marcas arbitrarias”. Esta práctica de sustituir los símbolos taquigráficos ocasionales por una palabra (como hacemos con “&”) no era inusual. En algunos casos las palabras ocasionales en un diario eran reemplazadas con notas taquigráficas para mayor comodidad, mientras que otras veces ellas custodiaban en contra de miradas indiscretas.

Lo que hace especialmente difícil el trabajo de detectar el sistema exacto utilizado, sin decodificar primero, es que los símbolos a menudo “mutan”. Por ejemplo, añadir una inscripción particular para un símbolo (esto parece ser el caso con varios de los "Caractors" de José) puede cambiar el significado del sentido de la palabra o alterar su proceso, tiempo gramatical, etc. La posición de este indicador alrededor del original afecta también el significado. A veces la sobrescripción (o la subscripción, etc.) u otro símbolo de la palabra está conectada de manera cursiva al original, haciendo un híbrido que puede diferir visualmente de manera significativa del original mientras aunque solo cambie ligeramente el significado. En algunos sistemas varios símbolos parecidos a los caracteres se convierten en lo que parece a los novatos una mera línea serpenteante cuando se combina (muy parecido al segundo símbolo en la cuarta línea de la “transcripción Anthon”). 


Obviamente, no podría revisar cada uno de los cientos de sistemas que estuvieron al alcance de los escribas del Manuscrito Detroit. Pero en la doce, más o menos, de los sistemas anteriores al siglo XIX que sí revisé, se podría dar cuenta de una mayoría de los símbolos en la “transcripción Anthon”. Quizás el más sorprendente es el símbolo de William Addy para
por completo – un cuadrado negro. Yo había asumido que los tres cuadrados negros en la “transcripción Anthon” no podían tener su origen en la taquigrafía. Después de todo, tomarse el tiempo para dibujar y rellenar un cuadrado no parece la forma más eficiente para denotar rápidamente una palabra. Sin embargo, allí está en los caracteres de Addy (y los de José). Los símbolos de la taquigrafía de Addy significando idolatríaCristocruz de Cristo, y transgredir se encuentran también en la “transcripción Anthon”. A continuación he incluido solo una parte de una página del Nuevo Testamento de Jeremiah Rich en taquigrafía. El lector notará un buen número de caracteres idénticos y muy similares que solo este pequeño fragmento tiene en común con la “transcripción Anthon”.

Los sistemas de taquigrafía modernos tempranos no son la única forma de escritura ligada a la criptografía que pueden estar representados en la “transcripción Anthon”. Una forma de escritura exclusivamente irlandesa, ogham, parece también estar representada. Ogham (pronunciada O-yam) es un alfabeto antiguo inscrito principalmente en las orillas de grandes menhires. Originalmente, muescas horizontales talladas a la derecha o a la izquierda de un ángulo vertical, y líneas diagonales y horizontales corriendo por el borde de la piedra, representaban veinte letras. Cinco símbolos de diptongo se añadieron después. Cuando ogham está escrito sobre pergamino o papel, una línea de tallo horizontal reemplaza el borde vertical de la piedra y las “muescas” se dibujan con trazos verticales y diagonales (vea la Prueba “B” abajo) 

Una revisión de la “transcripción Anthon” a primera vista no revela ninguna semejanza marcada con el ogham tradicional. Una posible excepción es el símbolo formado por nueve trazos verticales sobre una línea horizontal, encontrado en las líneas dos y tres. El único problema es que ninguna letra del ogham estándar utiliza nueve trazos: el máximo es cinco (por supuesto José pudo haber copiado las letras ogham "C" y "Q," escribiéndolas juntas por ignorancia). Sin embargo, como se mencionó antes, ogham fue adaptado por los irlandeses en muchas ocasiones como una clave. Es posible que varias de estas adaptaciones criptográficas encontraran su camino a la “transcripción Anthon”, incluyendo este símbolo de nueve trazos.

Uno de los manuscritos irlandeses más famoso es The Book of Ballymote, escrito a fines del siglo XIV. En The Secret Languages of Ireland (Cambridge, 1937), R. A. Stewart Macalister dedica un capítulo completo a la sección de criptografía encontrada en el manuscrito Ballymote. Se toma grandes molestias para señalar la importancia de este tratado sobre las claves para el conocimiento de las cosas irlandesas. En la página 39 argumenta: “La naturaleza del volumen que se encuentra casi nos obliga a tratarlo con respeto. Esta es una sobria recopilación de materia erudita, histórica, genealógica, etc., contenida en un enorme libro de pergamino, cada hoja del cual, a primera vista, podría tener un costo de media corona a valor del tipo de cambio actual. Se pretendía que fuera un registro permanente de los hechos considerados de importancia”.

Regresando al símbolo en la “transcripción Anthon” que tenía un vago parecido con el ogham tradicional, Mcalister da una pista en cuanto su posible significado. Uno de los códigos que menciona en la página 55 es Ogham Bricrend. Una clave muy sencilla,simplemente da un valor numérico a cada letra en el orden del alfabeto ogham y representa acada una con ese número de trazos. Ya que “B” es la primera letra en el alfabeto ogham, es representada por un trazo, la segunda letra “L” por dos, y así sucesivamente. Los nueve trazos del símbolo de “Anthon” podrían haber representado a “C” o incluso el numeral romano para 100 en el manuscrito del cual fue copiado. El ejemplo que da Macalister en la página 56 no utiliza un tallo horizontal, pero esto no descalifica el símbolo “Anthon”, como aún el autor del Book of Ballymote, Macalister, señala, que se deslizó de esta manera. Erróneamente coloca una línea de tallo en una clave (“Ridgeless Ogham”) que no debería tenerla (48)Además, estas claves eran adaptables. Más aun, el código directamente arriba de Bricrend en la página 311 del manuscrito Ballymote, aunque no es mencionado por Macalister, parece establecer el mismo modo numérico, siendo la única diferencia que cada trazo pasa por una línea tallo (vea la Prueba “C”). 

El escritor de Ballymote repentinamente, y sin explicación, cambia de usar trazos a usar puntos en Ogham Bricrend. En la línea cuatro de la “transcripción Anthon” está un carácter formado de una línea horizontal con una fila de cuatro puntos debajo de ella. Este código exacto aparece en la página 312 del manuscrito Ballymote (vea la Prueba “D” abajo)


Otro código ogham interesante representado posiblemente en la “transcripción Anthon” es “C” Ogham, u Ogham Coll. Las “C” en diferentes posiciones (normal, hacia atrás, y sobre su lomo como “U”) y combinaciones que representan vocales y diptongos. Las ilustraciones de Macalister más parecen paréntesis que “C” estándar (52) Por ejemplo, “))” representaría el diptongo “ua.” Este símbolo doble se encuentra en las líneas uno, dos, y cinco de la “transcripción Anthon”, tal como están las “C”s hacia adelante y hacia atrás y la combinación “( )” en la línea seis.

Una variante de Nathair fria fraech (“Serpiente a través del brezo”) pareciera que se encuentra en cada línea de la “transcripción Anthon” excepto la tercera. Macalister la describe como “escrita en Ogham ordinario, y dibuja una línea ondulada, que corre de manera alternada arriba y debajo de las letras sucesivas (vea abajo). El símbolo once de “Anthon”, línea dos, podría ser descrito como la letra ogham “C” con la onda debajo de ella. El alfabeto muestra dado para este código en la página 313 del Book of Ballymote muestra la línea ondulada elevándose por encima de la ogham “C” Sin embargo, esta colocación de la onda parece ser arbitraria para los usuarios del código. Si por elección o memoria defectuosa la línea ondulada empezara a bajar en lugar de subir al inicio del alfabeto, el símbolo “C” parecería idéntico al de la “transcripción Anthon”. Las variaciones de este símbolo en las otras cinco líneas tienen de cuatro a cinco puntos por debajo de los cuatro trazos sobre la línea tallo. No pretendo saber por qué sería esto si estos son símbolos irlandeses, pero debe hacerse notar que uno de los códigos en la misma página (313) utiliza trazos con puntos debajo de ellos (así como “ies” invertidas). Estas posibles variaciones de la “Serpiente en el brezo” pueden haber sido originalmente utilizadas para disfrazar aún más lo que, en el manuscrito Ballymote, es un código infantilmente simple, si no es que monótono.

El símbolo inicial de la “transcripción Anthon” aparece cinco veces a lo largo. Se compone de dos “paréntesis” con una línea horizontal a través de sus centros, “Dos arcos y una flecha”. Por lo general, el segundo “arco” es más grande. Hay tres ligeras variaciones con respecto a la línea horizontal: la línea cruza ambas curvas, la línea toca el borde de la primera curva, pero cruza la segunda, y la línea cruza la primera, mientras que sólo se une a la segunda. Un símbolo idéntico a la primera variación se encuentra en la primera línea completa de los códigos ogham en el Book of Ballymote. Debe tenerse en cuenta en la siguiente ilustración que el cifrado irlandés incluso tiene un punto delante de él, similar a uno de los tres caracteres “Anthon” con que se compara. (También hay que señalar que la línea vertical a la izquierda del carácter ogham no es parte de él, sino una línea divisoria.)

Hay otros símbolos en la “transcripción Anthon” que se pueden leer como letra de código ogham, pero los descritos anteriormente se destacan más claramente. ¿Es mera casualidad que algunos de los símbolos sospechosos de ser copiados de un manuscrito irlandés perdido resultaran tener un parecido sorprendente con criptogramas específicamente irlandeses? ¿Es esta solo otra coincidencia al igual que al Dr. Mitchill se le pidiera que diera una opinión sobre los “caracteres desconocidos” tanto del Manuscrito Detroit como de la “transcripción Anthon”? a medida que se amontonan las “coincidencias”, puede ser provechoso recordar las palabras que el novelista espía Ian Fleming puso en la boca de su personaje titular, Goldfinger. Después que el agente secreto James Bond ha cruzado varias veces el camino de Goldfinger, el villano comenta: “El señor Bond, tienen un dicho en Chicago: ‘Una vez es casualidad. Dos veces es coincidencia. La tercera vez ¡se trata de la acción enemiga!’”

En medio de mi extensa comparación de los caracteres ogham y los primeros de taquigrafía con la “transcripción Anthon”, hice un descubrimiento notable, la idea a la debería haber llegado mucho antes. Se hizo evidente para mí que Abraham Edwards podría haber accedido a la petición del erudito exitoso en el asunto. William Grace había solicitado una “copia perfecta” del manuscrito. Si Edwards hubiera enviado esa copia a Grace – o incluso el original – aún podría estar en posesión de la Universidad Georgetown. Llamé a los archivos de Georgetown y comencé a describir la historia del Manuscrito Detroit a uno de los archivistas. De pronto interrumpió mi recital diciendo: “Estoy bastante seguro que tenemos aquí ese manuscrito”.

Unos días después recibí seis fotocopias de Memorial of the First Centenary of Georgetown College, D. C. Comprising a History of Georgetown University (New York,1891). Esta historia del centésimo aniversario de la escuela fue escrita por el historiador católico romano John Gilmary Shea. El archivista había resaltado el siguiente punto:
Por este tiempo (1824) el colegio recibió una donación para su biblioteca que había atraído laatención pública, y que había sido preservado en nuestros tiempos para renovarla. Había unmanuscrito encontrado, se decía, en una cueva en Sandusky que desconcertó a los expertos deloeste. No estaba escrito en chino, árabe, o sirio; ciertamente no era francés, español o inglés,pero nadie podía decir lo que era. Algunas páginas fueron enviadas desde Detroit al GeneralMacomb, en Washington, y “él las envió para el examen de los profesores del GeorgetownCollege, que dictaminaron que era irlandés.” El manuscrito completo que más tarde fue enviadoal colegio era una copia de la Historia de Irlanda de Geoffrey Keating, como el Padre Grace, unacadémico gaélico consumado, no tardó en reconocer.(65-66)


A riesgo de sonar ampuloso, ¡Estaba electrificado! A pesar de algunos detalles anómalos, esta solo podría ser una descripción del Manuscrito Detroit. Ciertamente parecía extraño que aun cuando Detroit era mencionada, y el
Nile's Weekly Register
era citado casi textualmente, que fuera dado el lugar del descubrimiento como una cueva en Sandusky. Sin embargo, la mención del Padre Grace y el libro de Geoffrey Keating – aunque una obra diferente al tratado religioso descrito por Grace (confirmado por Nuala Ni Dhomhnail) – parecía agregar evidencia que este era el “manuscrito curioso” encontrado realmente bajo una casa en Detroit.
 

En una semana estaba sentado en el salón de lectura de uno de los archivos de la Universidad Georgetown. Antes de sacar el manuscrito, el archivista, que leía el gaélico, me dijo que había revisado adicionalmente después de nuestra conversación. El manuscrito de Georgetown no contenía ni la Historia de Keating ni su Defensa de la Misa. Sin embargo,comenzaba con el relato de Keating de la leyenda de Deirdre. Esa no era una buena señal, el material de Keating presentaba al menos 178 páginas dentro del Manuscrito Detroit, no al principio. 

Las páginas del manuscrito Georgetown son de siete pulgadas por seis pulgadas. Las sesenta y nueve hojas de color amarillo oscuro, cosidas en una cubierta de piel de venado, revelan diferentes tintas y caligrafía de una sección a otra. Por las siguientes razones, no puede ser el Manuscrito Detroit:

  1. En 138 páginas no se aproxima a las “trescientas a cuatrocientas páginas” mencionadas en la Gazette. La cubierta de piel parece ser la original y nunca podría haber acomodado más del doble del contenido actual.
  2. Hay numerosas palabras y frases en inglés en el manuscrito Georgetown. Algunas de estas palabras, como “basilisco”, “búfalo”, “mono”, o “cocodrilo” no pueden haber tenido un equivalente en irlandés. Frases tales como “No digas más de eso o te dejo en la esclavitud”, son simplemente extrañas.
  3. En una de las dos páginas cosidas a la cubierta posterior está escrito: “Hibernia fair and Scotland”. Hibernia es Irlanda. Eso debería haber dado incluso a “los sabios” en Detroit una pista. Además, esta frase aparece en una de las páginas interiores: “[Ilegible] mi inglés reinará para los irlandeses es odioso a diario.
Parecería obvio que se encontró un segundo manuscrito en Sandusky en 1823-24. Su referencia a “Hibernia” e “irlandés” decían al descubridor lo que tenía. Recordando el reciente asunto, cubierto a nivel nacional, del Manuscrito Detroit, envió su descubrimiento a un hombre a quien conocía por la prensa que podría traducir el gaélico – William Grace. Sesenta y siete años después, John Gilmary Shea confundió el relato del periódico del Manuscrito Detroit (encontrado probablemente entre los papeles de Grace) con la historia de su “primo” de Sandusky en los archivos de Georgetown. Shea difícilmente puede ser criticado, después de todo, ¿quién esperaría que dos manuscritos irlandeses (o facsímiles) hallados en el medio oeste encontraran su camino a Georgetown con un año de diferencia? Ya sea que sucediera esto, o que el Manuscrito Detroit yace en alguna parte mal catalogado en esa institución (que se me ha asegurado que no es el caso).


Parte 6

El viaje no fue una pérdida total, así y todo. Existen caracteres taquigráficos inconfundibles entre las palabras irlandesas en el texto (vea la Prueba “F” arriba), que fortalecen la argumentación que los “signos y símbolos” en el manuscrito irlandés de Detroit eran también anotaciones taquigráficas. Aparece un corazón de cabeza, corazón falso en el sistema de Jeremiah Rich. El Temor de Dios de Rich aparece junto con su símbolo para congregación. Este símbolo congregación, una “v” invertida, significa Dios en la Zeiglographia de Shelton. El mismo símbolo aparece seis veces en la “transcripción Anthon”, con una variación (como una “A” con un punto remplazando la línea horizontal) copiada dos veces. Esto puede significar
en la congregaciónen Dios, entre otras cosas (dependiendo del sistema que se use). En la página frente al corazón, se dibuja un círculo que contiene una forma de hoz (algo así como un "?" sin el punto, rotado 90 grados a la izquierda). En varios sistemas, incluido el de Rich, el círculo añade la frase en el mundo al significado del símbolo que encierra. (Vea Prueba “F” arriba.)

La nota tironiana que semeja un siete y significa “y” (latín et), aparece a menudo en los manuscritos irlandeses. Se presenta regularmente en el manuscrito de Georgetown así comoprobablemente en el de Detroit. El símbolo 7 se encuentra tanto en la “transcripción Anthon” como en las taquigrafías modernas más tempranas, junto con varios otros símbolos semejantes a números. Símbolos parecidos a 24 (con la parte de arriba abierta), 69
aparecen tanto en los “Caractors” como en el manuscrito irlandés que estudié. Aunque pueden ser simplemente números (y José puede haber copiado los números creyendo que también eran caracteres desconocidos), su estilo no es idéntico a la página de números que aparece solamente en las primeras secciones del manuscrito Georgetown. Naturalmente, si alguien más agregó después la página de números, eso explicaría las diferencias. 

Además de estas notaciones parecidas a números en el manuscrito de Georgetown había dieciséis símbolos específicos y numerosos “tal vez” que yo podría hacer coincidir con varias taquigrafías. (Los “tal vez” eran principalmente lo que suponía que fueran variaciones de letras irlandesas que también asemejaban taquigrafía). Entre los “tal vez” estaba uno que realmente no he encontrado en la taquigrafía. Parecía una “H” cursiva de fantasía, y se asemejaba muchísimo al segundo signo en la “transcripción Anthon”. Por lo que sé, es una “H” cursiva de fantasía. El punto es, José Smith no habría sabido tampoco la diferencia si viera una letra similar en un manuscrito gaélico.
En cuanto a los caracteres, aunque no respalda ninguna teoría en particular, el Dr. Stanley B. Kimball ofrece esta conclusión en su artículo sobre la “transcripción Anthon”:

Si el caso que los caracteres de la transcripción “sean de origen egipcio parece menos queabsoluto, es, sin embargo, infinitamente más fuerte que cualquiera de los demás argumentos. Laúnica base para que los caracteres estén conectado de alguna manera con las escriturasmesoamericanas es, por supuesto, que como algunos pueblos precolombinos eran descendientesde algunos pueblos del Libro de Mormón, no sería totalmente razonable esperar algunasconexiones entre sus modales de escritura.”(350)
Estas son confesiones realmente sorprendentes, aunque envueltas en un poco de esa “pontificación” a que el Dr. Kimball sugiere que los profesores son propensos. En pocas palabras, admite que las afirmaciones mormonas, de que los caracteres “Anthon” son de origen egipcio, son débiles. Pero peor (desde un punto de vista mormón), en comparación a estos débiles reclamos egipcios, los argumentos para un origen mesoamericano ¡son infinitamente más débiles! Luego ofrece la evidencia de esta debilidad insostenible, mientras que con poco entusiasmo intenta esconderlo en palabrería vaga. Sin embargo, su última declaración puede reducirse a: Dado que José Smith dijo que los caracteres del Libro de Mormón eran mesoamericanos, no es irrazonable esperar una conexión entre ellos y los caracteres “Anthon”. Y tiene razón, en caso de que José Smith dijera la verdad, es razonable esperar esa conexión. Pero ese es un gran “en caso de que”. Kimball sabe muy bien que las presuposiciones mucho tiempo incumplidas no son ninguna evidencia en absoluto, y ha reconocido que estas expectativas aún deben cumplirse. Por lo tanto, ya que la evidencia real para las reclamaciones de José no existe, “no es irrazonable” concluir (al igual que la mayoría de sus vecinos de Palmyra) que José mintió.

Por el contrario, las conexiones que se ofrecen en este documento son, creo, razonables y basadas en una sólida investigación. La única presuposición de la que me declaro culpable es una creencia en el viejo dicho: “Donde hay humo (o un vapor de oscuridad), hay fuego”. Las conexiones han sido demostradas entre José Smith y el Manuscrito Detroit – directamente a través de su tío, Stephen Mack, e indirectamente a través del conocimiento de un participante en el caso de ese libro “curioso”, el Dr. Mitchill. Que José siguió la célebre carrera de Mitchill debería ser obvio para cualquiera que no esté limitado por prejuicios mormones. Esto nace no sólo por el hecho de que, como Abraham Edwards, José buscara la opinión de Mitchill – o el imprimatur – a través de Martin Harris, sino también por el hecho de que numerosos clichés mormones caen ante la mención del buen Doctor. La industria casera mormona que ha crecido alrededor del conocimiento supuestamente-desconocido-en-aquel-entonces contenido en el Libro de Mormón, ahora debe tener cuidado antes de preguntar.“¿Cómo podía José Smith haber sabido eso en 1830?” la respuesta simple: “Dr. Mitchill”, derrumbará muchas habitaciones en su casita de naipes. ¿Terremotos? ¿Momias de pelo rojizo? ¿Elefantes? ¿Antiguos viajes transoceánicos? ¿Conflictos aborígenes sangrientos entre “indios” de piel blanca y de piel oscura? ¿Jeroglíficos americanos precolombinos? ¿Obras religiosas “escondidas” en caracteres desconocidos descubiertas en 1823 y enviadas a “los sabios”? No se necesita mirar más allá de los artículos contemporáneos de o sobre el Dr. Samuel Latham Mitchill. Y aunque no está dentro de la cobertura de este artículo, esta lista de “préstamos” podría prolongarse de manera significativa al incluir autores cuya obra aparece junto con la de Mitchill en la Archaeologia Americana anterior a 1830. En otras palabras, al revisar los artículos de Mitchill, uno estaría expuesto a escritores que detallan maravillas relevantes que dicen ser del pasado precolombino de América. Estas incluyen arcos de acero (como el de Nefi), espadas de hierro, planchas de oro y cobre, jeroglíficos centroamericanos y libros, una antigua ciudad encontrada escondida en la selva de Guatemala, relatos de Quetzalcóatl (que afirman los mormones era Cristo resucitado), y mucho, mucho más. 

De las pruebas aportadas, la navaja de Occam dicta también que las “abreviaturas extrañas”, los “signos y los símbolos” encontrados en el Manuscrito Detroit y en los márgenes de la Biblia Latina de Paff, eran anotaciones de la primera taquigrafía moderna tomada de los sistemas inventados entre los siglos XVI y XIX. Es la explicación más simple tratar con cantidades conocidas. La conexión entre estos sistemas de taquigrafía y los “Caractors” en la “transcripción Anthon” no sólo se confirma mediante una comparación visual (el método preferido por escritores mormones intentando producir una antigua procedencia para el "egipcio reformado"), sino también sugerido por el hecho de que varios de los símbolos en la “transcripción Anthon” tienen un significado religioso como símbolos taquigráficos tempranos. Si José copió las notas taquigráficas de las explicaciones de Keating de por qué las congregaciones católicas romanas recibían solamente el pan durante la comunión, podríamos esperar símbolos por palabras tales como congregación, cruz de Cristo, Dios, transgredir, y así sucesivamente, que aparecieran en la “transcripción Anthon”. Esos símbolos aparecen. Y aunque el sistema taquigráfico específico nunca pueda ser determinado, el hecho que muchas de los más de 300 sistemas disponibles tomaran prestados unos de otros – a menudo en gran medida hasta el punto del plagio – podría explicar fácilmente por qué los símbolos de Addy, Rich, y otros, pudieran manifestarse como un sistema no identificado.

La similitud de varios caracteres “Anthon” a los símbolos del código ogham irlandés parecería ser la “cereza del pastel”. Además nos brinda la probabilidad de que exista una conexión entre la “transcripción Anthon” y un manuscrito irlandés. No es un muy forzado asumir que se podrían haber encontrado tanto la taquigrafía moderna temprana como los elementos ogham en el Manuscrito Detroit gaélico. Lo mismo no puede decirse de un supuesto manuscrito basado en el egipcio.

Como señala de manera tan delicada el Dr. Kimball, no hay conexiones reales entre los escritos mesoamericanos y los “Caractors” de José. Incluso un posible origen egipcio recibe un apoyo tibio no obstante la conclusión del Dr. Kimball que es “infinitamente más fuerte que cualquiera de los demás argumentos”. Añadida ahora a esos argumentos está la evidencia obtenida de la historia de un manuscrito irlandés perdido, la vida y los escritos de un genio estadounidense olvidado y pistas dadas por el mismo José Smith. Este artículo ha ofrecido numerosos y directos puntos de contacto entre el “manuscrito curioso”, Mitchill y el mormonismo. Estas conexiones se entrelazan lógicamente con la escritura en la“transcripción Anthon”. Forman un caso infinitamente más fuerte, de la “salida a la luz” del Libro de Mormón, que los relatos revisados frecuentemente, generalmente en conflicto,ofrecidos en diferentes ocasiones por un “profeta” condenado como estafador menor seis (o cuatro) años después de que entró a la arboleda y vio la luz.

POSDATA

Todo comenzó de nuevo de manera inocente. Acababa de enviar la prueba final del artículo anterior a UMI y andaba navegando en el internet para dejar de pensar en el Manuscrito Detroit. Decidí ver si podía determinar el primer nombre de “_____ Spalding”en la lista de estudiantes de teología que habían estudiado con el Dr. Nathanael Emmons. El Rev. Emmons era muy conocido del autor de View of the Hebrews, Ethan Smith (ver arriba); también era tío abuelo del escriba y testigo del Libro de Mormón, Oliver Cowdery, que vivió en el mismo pueblo de Etahn Smith antes de conocer a José Smith. Si el Spalding en la lista de los documentos de Emmons resultaba ser Salomon Spalding – mucho tiempo considerado por algunos el autor real del Libro de Mormón – se revelaría una conexión muy interesante. Sin embargo, un Rev. Phillip Spalding era también un contendiente principal que debería identificar. 

Mi búsqueda en Internet finalmente me llevó a un sitio llamado The Spalding Studies Library. Algo de la detallada información allí me convenció que el creador del sitio web podría tener la fuente del material para “llenar el espacio en blanco”. Hice clic en “Escribir al Patrocinador del Sitio” y comencé una interesante correspondencia con Dale R. Broadhurstde Hawaii. Finalmente identificamos que el estudiante Spalding de Emmons era definitivamente Philip, primo tercero de Salomón. También mencioné el Manuscrito Detroit de pasada.

Mi siguiente correo electrónico del Sr. Broadhurst llegó como una completa sorpresa. No sólo había oído de libro irlandés perdido de Detroit, había publicado, en otro sitio, tres artículos de 1823 al respecto, que habían aparecido en Detroit Gazette, dos de un periódico de Nueva York, y uno de una publicación de Pittsburgh. Seguí sus URL a Uncle Dale's Readings in Early Mormon History. Irónicamente yo había estado en su sitio de una semana antes o algo así comprobando las fuentes de las notas al pie para el artículo. Todos los artículos allí son reproducidos en un fondo marrón claro (papel viejo) con un encabezado de periódico, excelentes gráficos. Con los artículos de Detroit incluyó también el texto completo del “manuscrito Antiguo”, del artículo del Washington Republican del 23 de abril extractado en la
Gazette el 16 de mayo de 1823 en “The Manuscript”. Los enlaces indexados para estos diarios pueden encontrarse en http://www.sidneyrigdon.com/dbroadhu/artindex.htm. Los artículos relevantes de 1823 se pueden acceder a través de los enlaces que figuran en los respectivos estados donde se publicaron los periódicos. 

Si el conocimiento del Sr. Broadhurst fue sorprendente, algunos de los artículos eran bombas. Los dos artículos de Nueva York son reimpresiones de “Un descubrimiento singular” de la Gazette y el “Manuscrito Curioso” del Niles’, los textos de ambos se proporcionan cerca del principio del presente artículo. Fue “Manuscrito Curioso” el que inicio primero mi investigación hace años. Los artículos se reimprimieron en el Ontario Repository el 15 de abril y el 20 de mayo de 1823, respectivamente. Este periódico se publicaba en Canandaigua, Condado Ontario, Nueva York.

Cualquiera que esté familiarizado con la historia temprana de los mormones reconocerá la ciudad de Canandaigua. Fawn Brodie escribe:
Los biógrafos de José Smith han sostenido comúnmente que el oeste de Nueva York era entonces un desierto, donde manadas de lobos todavía vagaban y las bibliotecas locales eran menos frecuentes que las reservaciones indígenas. Pero cuando la carreta se detuvo en Palmyra, la prole cansada se asomó a una ciudad de casi cuatro mil ciudadanos, dos veces el tamaño de la aldea [Vermont] que había dejado. Canandaigua, doce millas al sur, era aún más grande, y presumía de una academia de veinte años de edad, dos "seminarios femeninos privados respetables", cinco escuelas de enseñanza primaria, tres bibliotecas, treinta y nueve almacenes de víveres, setenta y seis tiendas, tres iglesias y aceras pavimentadas.(19-20)
Quienes han argumentado que la información concerniente al Manuscrito Detroit no estaba disponible en el área de José Smith (independientemente de su disponibilidad por medio del
Niles' Register y, posiblemente, la correspondencia con Stephen Mack) ya no pueden contemplar tal argumento. Además de ser reproducido en el Canadaigua Ontario Repository las noticias del descubrimiento en Detroit, también se reprodujeron en otros dos periódicos impresos bastante cerca de Palmyra: el Rochester Telegraph del 23 de abril de 1823 y la Geneva Gazette del 14 de mayo de 1823. 


El joven investigador que había contratado hace años para recorrer la Detroit Gazette se le había pasado un artículo de 1823 encontrado por Dale Broadhurst en ese periódico de Detroit. Un examen del original del 14 de marzo se puede ver ahora en http://www.sidneyrigdon.com/dbroadhu/MI/miscmich.htm#031423. Se lee como sigue:
The Manuscript. El singular volumen descubierto recientemente por el Col. Edwards ha sido comparado con más de treinta alfabetos diferentes, antiguos y modernos, y aunque los caracteres en los que está escrito sostienen una ligera afinidad con varios de ellos, está muy claro que no pertenecen a ninguno. Sostienen más semejanza con el alfabeto fenicio que con cualquier otro que puedan haber sido comparados, aunque un número de letras difieren solo un poco del sajón. No hay duda, por las frases latinas intercaladas a lo largo, que es una obra religiosa y probablemente es la producción de un teólogo erudito del siglo diecisiete, escrito en un código peculiar.
Ahora sabemos que los “signos y símbolos” del manuscrito irlandés parecía al ojo inexperto, parecido a las “letras fenicias”. El lector observará del Fenicio abajo (en la Prueba “G”) su semejanza general tanto al “egipcio reformado” como a la taquigrafía moderna temprana en la muestra del Nuevo Testamento de Rich (vea Prueba “A” arriba). En la actualidad puede haber poca duda que el Manuscrito Detroit contenía extensos ejemplos de la primera taquigrafía moderna – sería absurdo sostener que un manuscrito irlandés contenía fenicio. Que “los sabios” de Detroit reconocieron los caracteres como un “cifrado” – que,como hemos visto, la taquigrafía se consideró – hace el caso prácticamente hermético. (También hay que señalar que los mismos “expertos” impactan el periodo de tiempo de Geoffrey Keating en la cabeza” –el “siglo XVII”) También hay poca duda entonces que muchos de los caracteres de los manuscritos irlandeses se parecían – igual que la mayoría de los sistemas taquigráficos hasta entonces – a lo que después José Smith afirmó que era “egipcio reformado”.

 Y ¿qué pasa con la escritura distinta del latín y el cifrado con una “semejanza con el alfabeto fenicio” – la escritura cuyas “letras difieren muy poco de las sajonas?” Obviamente, esta escritura es lo que Fray Grace del Georgetown College llamó “irlandés, verdaderamente clásico”. La escritura gaélica se basa en “…la minúscula irlandesa, estilo siglo VIII. La anglosajona es exactamente la misma escritura…”[61]. La minúscula insular es una combinación de la minúscula irlandesa y la minúscula anglosajona. Con la conquista normanda en 1066, la minúscula irlandesa murió. Los irlandeses, sin embargo, siguen utilizando la caligrafía hasta este día, como la escritura para el gaélico”[62][63].


¡Y qué código tan perfecto brindó a José el Manuscrito Detroit! Ninguno de los relatos de los periódicos contemporáneos incluso insinúa que “los sabios” jamás determinaran cuál podría ser este alfabeto que tenía el parecido más cercano al antiguo fenicio. El “sajón” justificaba el irlandés mínimo traducido por Grace, pero todo lo que se reclame cada vez con respecto a las “abreviaturas extrañas” es que eran parecidas al fenicio (pero no fenicio) y que su presencia en realidad obstaculizaba la traducción del gaélico en el libro. Eso y el hecho que el Dr. Mitchill estaba impactado por su semejanza con los “signos y símbolos” en los márgenes de una antigua Biblia Latina. ¿Por qué no iba José a suponer que pudiera utilizarlos con impunidad como sus caracteres de “egipcio reformado”? Después de todo, habían fallado en identificarlos los mejores y los más brillantes. Que Martin Harris se diera una vuelta por un dictamen; lo peor que podía esperarse era un fallo que eran similares al antiguo fenicio – lo suficientemente bueno para el gusto del crédulo Harris. Pero si el más brillante de todos, Mitchill, hubiera mordido el anzuelo, como se ha señalado, José hubiera sido “el tema y la maravilla de la tierra”.

El segundo de los tres artículos de Gazette “desenterrado” por Dale Broadhurst confirma mis deducciones acerca del contenido del Manuscrito Detroit . Yo sostengo que esta confirmación también presta mayor credibilidad a otras teorías propuestas anteriormente. Y si bien, al igual que las planchas de oro, ha desaparecido, a diferencia las planchas del Libro de Mormón, el antiguo libro irlandés fue una vez puesto en exposición pública para que cualquiera lo viera, no oculto en una caja para que un grupo selecto lo “sopesara”. El hecho que su existencia no pueda ser puesta en duda hace a la evidencia del Manuscrito Detroit de más peso que el “oro” de José.

Una vez más, acusaría (ahora con convicción reforzada) que la miríada de pruebas vinculantes exigen el veredicto de que el “Manuscrito Antiguo” de Detroit es la fuente obvia y lógica de la historia que José Smith, hijo, finalmente perfeccionó en relación con la “salida a la luz” del Libro de Mormón y de los “signos y símbolos” en la “transcripción Anthon” identificados erróneamente a propósito como “egipcio reformado”.

Comentarios del Transcriptor

Tras examinar los diversos datos facilitados en el reporte y el análisis del Sr. Stout, el lector moderno puede sorprenderse por la evidente falta de interés de los académicos contemporáneos en la historia alrededor del episodio del manuscrito Detroit y que los paralelismos evidentes de la historia con algunos eventos memorables en el principio del mormonismo. Probablemente los apologistas SUD ignoran el tema porque no presenta un reto directo y formidable para los puntos de vista mormones tradicionales concernientes al origen de su famoso libro de religión. Aunque los libros y revistas que se ocupan de la historia mormona temprana han pasado por alto el misterio de Detroit, los descubrimientos del Sr. Stout han recibido una pizca de exposición en varias discusiones y referencias en línea. Por ejemplo, el Capítulo 4 del “Origins of Mormon Scriptures” de Craig Criddle, menciona el descubrimiento de 1823 con estas palabras:

El plan de [José] Smith [engañar a Martin Harris] se aprovechó del descubrimiento del manuscrito Detroit, un documento de origen misterioso, encontrado debajo de un edificio en Detroit, por el Coronel Abraham Edwards, un socio de negocios de Stephen Mack, tío de Smith.
La escritura en el documento finalmente fue identificada como taquigrafía irlandesa, pero los periódicos locales reportaron que sus símbolos habían desconcertado a los expertos, entre ellos el Dr. Samuel Mitchill de la ciudad de Nueva York.

Criddle también señala que “Stephen Mack murió el 11 de noviembre de 1826, por lo que no habría estado presente para dejar al descubierto una estafa [perpetrada sobre Martin Harris]”, así como: “El Manuscrito Detroit fue enviado para análisis a Washington, DC y a la ciudad de Nueva York. Smith hizo que Harris visitara ambas ciudades. La razón probable es que pensó que alguien en esas ciudades validaría algunos de los caracteres”.


Este punto de vista del asunto que tiene el mismo José Smith, hijo, creyendo quizás que la escritura en el manuscrito Detroit contenía símbolos antiguos compatibles con la afirmación que los nefitas habían escrito de igual forma registros antiguos en “egipcio reformado”. Si Smith creía o no que esto fuera verdad, por lo menos parecía haber sabido algo acerca del descubrimiento de Detroit, que su contenido había sido anunciado tanto verdaderamente antiguo como prácticamente indescifrable. Muchísima información que José (o algún otro miembro de su familia) podría haber recopilado de los relatos de los periódicos en la década de 1820. Criddle explorar la posibilidad más condenatoria, que los miembros de la familia Smith tenían conocimiento de mucho más en relación con el manuscrito Detroit y adaptaron conscientemente elementos de ese fenómeno como modelo para las propias pretensiones fabulosas de un descubrimiento similar del joven José.


Notas

En una carta fechada el 3 de abril de 1841, el Profesor Charles Anthon cita de este modo a Martin Harris encuanto a la escritura de las planchas de oro. Citado en Clark, 234 (vea la nota 4). Realmente hay variasfuentes, mormonas incluso, que describen el “egipcio reformado” como “caracteres desconocidos.” Para lasprimera menciones publicadas de Harris llevando la transcripción a la ciudad de Nueva York, vea JohnathanA. Hadley's Aug. [27,] 1829 article, "Golden Bible" y una carta de noviembre de 1831 escrita en Ohio. Laconexión tangencial de Anthon con la transcripción se mencionó por primera vez en los periódicos de 1832 ydetallada primero por Eber D. Howe en las pp. 270-274 de su libro de 1834,
Mormonism Unvailed 
, queincluía una carta de 1831 mencionando a Harris y Anthon. Vea también el the Painesville Telegraph of April14, 1835. Online URL: http://www.sidneyrigdon.com/dbroadhu/OH/paintel4.htm#041735. [Nota: Posteriora la publicación de este artículo, todas las páginas de “lavazone2.com” se transfirieron a “sidneyrigdon.com”Las menciones originales en el texto han sido retenidas, sin embargo todos los enlaces están actualizadospara las nuevas direcciones web. Por ejemplo, el enlace parahttp://www.lavazone2.com/dbroadhu/NY/NYObsv1.htm#050345 ahora es http://www.sidneyrigdon.com/dbroadhu/NY/NYObsv1.htm#050345]

Stanley B. Kimball, "The Anthon Transcript: People, Primary Sources, and Problems," BYU Studies (Spring1970) 348-349.

Kimball 346-347.

John A. Clark, Gleanings by the Way (Philadelphia, 1842), 234-236.

Pascals's Eulogy, 8. Como se cita en Alan David Aberbach's In Search of an American Identity: SamuelLatham Mitchill, Jeffersonian Nationalist (New York, 1988), 7.

(Transcription by) H. Michael Marquardt, Joseph Smith's 1832-1834 Diary (Salt Lake City, 1979), 11, cf.Dean C. Jessee, The Papers of Joseph Smith Vol. 1, (Salt Lake City, 1989), 1 ff.

Rodger I. Anderson, Joseph Smith's New York Reputation Reexamined (Salt Lake City, 1990), 1-8.

Fawn M. Brodie, No Man Knows My History (New York, 1985), 205.

Ver Niles' Registers of August 17, 1819 ("Antediluvian Antiquities," 397) and September 6, 1820 ("SouthernContinent," 43-44).

10 Courtney Robert Hall, A Scientist in the Early Republic: Samuel Latham Mitchill (New York, 1934) footnote8, 84.

11 Samuel Latham Mitchill, "Specimens of the Poetry and Singing of the Osages," Archaeologia Americana(Worcester, Mass., 1820), 315.

12 J. W. Francis, Old New York (New York, 1858), 90.

13 Fitz-Greene Halleck, The Poetical Writings of Fitz-Greene Halleck, with Extracts from those of JosephRodman Frake (New York, 1869), 276.

14 Halleck, 360.

1"Chaldea," Encylcopedia Britanica (1971), 240.

16 "Babylonia and Assyria," Encylcopedia Britanica (1971), 950.

17 History of the Church (Salt Lake City, 1948), 2:79-80.

18 Aquí hay demasiadas fuentes para elegir una o dos. Mi búsqueda en Google de "onondagas" dio lugar avarias docenas de sitios en línea que utilizan esta ortografía. Van desde un diario del siglo 18 hasta untratado de 1838, artículos periodísticos modernos y relatos históricos.

19 Vea, por ejemplo, Paul R. Cheesman's Ancient Writing on Metal Plates (Bountiful, Utah, 1985), 11.

20 Archaeologia Americana extracta Visiones de las Cordilleras de Alexander von Humboldt. Humboldtmenciona el uso “tolteka” de los “caracteres jeroglíficos” (253), pirámides redecoradas con “esculturas jeroglíficas” (256) y “cubiertas con jeroglífikos” (259), y cita esto de Moctezuma a Cortez en cuanto a laleyenda de Quetzalcóatl: “’Sabemos por nuestros libros,’ dijo él, en su primera entrevista con el Generalespañol, ‘que yo mismo y quienes habitan este país, no somos nativos, sino extranjeros que vienen desdeuna gran distancia.’” (263)

21 Samuel Latham Mitchill, Transactions of the Literary and Philosophical Society of NY 1:281-307, OnlineURL: http://pasadena.wr.usgs.gov/office/hough/mitchill.html

22 Hall, n. 29, 77.

23 Ahora en la biblioteca de la American Philosophical Society, Filadelfia.

24 Francis, 94.

25 Como se cita en Jerald and Sandra Tanner's Archaeology and the Book of Mormon (Salt Lake City, 1969)75.

26 Tanners, 74.
27 Times and Seasons (Nauvoo, 1842) 3:707.

28 Brodie, 111.

29 Halleck, 361.

30 Aberbach, x.

31 Report of the Pioneer Society of Michigan (Detroit, 1903), 27:561.

32 Silas Farmer, The History of Detroit and Michigan (Detroit, 1889), 1:135.

33 Farmer, 123.

34 Farmer, 859.

35 Lucy, 38.

36 Lucy, 53.

37 Pioneer Society (1915), Vol. 39, 439.

38 Lucy, 22.

39 Pioneer Society, Vol. 39, 440.

40 "A Singular Discovery," Poultney (Vt.) Gazette, April 16, 1823. Me gustaría agradecer a ShuniquaRodriguez, asistente de la biblioteca del Green Mountain College, quien amablemente revisó su microfilm dela Gazette.

41 Vea el pie de página 7. La controversia gira en torno a si José Sr. fue condenado o no por falsificar monedaen Vermont como se afirmó en Historical Magazine (Nov. 1870), 316. El mismo testigo que antes afirma queSmith padre “a veces se ocupaba en la búsqueda de tesoros para el Cap, Kidd” en Vermont.

42 "Gold Bible, No. 3," Palmyra Reflector (Feb. 1, 1831). Como se cita en David Persuitte's Joseph Smith andthe Origins of Mormonism (Jefferson, N. C., 1985), 37

43 Como se cita en Persuitte, 43.

44 Jerald and Sandra Tanner, Mormonism -- Shadow or Reality (Salt Lake City, 1982), 41.

45 Persuitte, 59-60.

46 Brodie, 433.

47 Lucy, 23.

48 Oswald M. T. Rafferty, "Expanding Roles for Summarized Information," Written Communication (October,1985) 457-472, Online URL: http://userpage.fu-berlin.de/~mayer/Osi/ratteray.htm, and David Ganz, "On theHistory of Tironian Notes," Tironishe Noten (Wiesbadden, 1990), 43.

49 Lucy, 132.

50 Anthon era el hijo de un emigrado alemán (Vea Kimball, 331). “Revisó cuidadosamente” la primera ediciónamericana del lexicón Latín-Inglés basado en el diccionario Alemán-Latín del Dr. George (Cornell's Onlinebooklist, "Making of America," URL: http://cdl.library.cornell.edu/moa/browse.author/e.148.html). La “guíaprincipal” para las adiciones del Dr. Anthon a la geografía antigua en el
Lempriere’s
de 1825 fue la
Geographie der Griechen und Romer 
alemana de Mannert (vi).

51 Keating, Geoffrey," New Catholic Encyclopedia (1967), Vol. 8, 141.

52 Stephen R. Reimer, "Paleography: Scribal Abbreviations," Curso en línea: Manuscript Studies: Medievaland Early Modern (1998), URL: http://www.ualberta.ca/~sreimer/ms-course/course/abbrevtn.htm

53 Wayne Shumaker, Renaissance Curiosa (Binghampton, N. Y., 1982), 94.

54 Publicado por primera vez en Cryptologia (Julio 1996), el artículo de Leary en línea se puede ver enhttp://home.att.net/~tleary/crypto.htm

55 Tom MacArthur (Ed.). The Oxford Companion to English Literature (Oxford, 1992), 932.

56 Eric Sams, "Cracking the Historical Code," (London) Times Literary Supplement (Feb. 18, 1980), 154.

57 "Pepys, Samuel," Encylcopedia Britannica (1971), 589-590.

58 Robert Latham, The Illustrated Pepys (Berkeley, 1978), 12

59 Arthus Ponsonby, Samuel Pepys (New York, 1928), 57.

60 Latham, 12.

61 "Information on Celtic fonts," Online FAQ, URL: http://www.siliconglen.com/scotfaq/2_2.html.

62 "Timeline of Medieval Scripts," Medieval Calligraphy, Online, URL: http://lab.dce.harvard.edu/extension/humae105/fall97/twest/time.htm
63 Nota: el párrafo en el que la “nota 63” apareció en la versión original, Evangel, de este artículo, ha sido borrado a solicitud del autor.


Traducción:

Max ruiz M.

Julio
2015

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