¿Los Miembros Son Perfectos, la Iglesia No?

Todos en algún momento hemos escuchado la popular declaración, "la Iglesia es perfecta pero los miembros no", frase que exonera de toda culpa a la organización de cualquier atisbo de maldad que pueda presentarse, sin embargo, esa declaración trae consigo ciertos problemas. A continuación un punto de vista personal.

Cuando escuchamos decir que la iglesia es perfecta pero que los miembros son imperfectos entendemos que se nos está haciendo una clara distinción o separación entre dos elementos, la iglesia y las personas. Sin embargo, pregunto yo, ¿Acaso no son las personas o miembros de una congregación la iglesia misma? ¿si las personas son "la Iglesia", cómo es que la iglesia es perfecta y los miembros son imperfectos?

La palabra "Iglesia"

La palabra IGLESIA proviene del griego εκκλησια (ekklesia) que significa en un sentido practico; una asamblea de personas reunidas para deliberar o hablar sobre algún tema en especifico. Este era el sentido en que ésta palabra era entendida por los antiguos Griegos. Cuando el cristianismo comenzó a expandirse por el mundo mediterráneo el idioma que se uso para llevar el mensaje de Cristo a las personas fue el Griego Koiné, que era el idioma internacional de ese momento. Los cristianos adoptaron entonces dicha palabra para referirse a las asambleas de creyentes en Cristo que se reunían en diferentes lugares, por lo que en la Biblia se pueden encontrar ejemplos de asambleas llamadas "iglesia", no como una organización particular, sino como un conjunto de PERSONAS reunidas alrededor de la temática cristiana. Con todo esto, los estudiosos concuerdan en que las Sagradas Escrituras hacen poca distinción entre el singular y el plural, por eso, del mismo modo, Iglesia puede hacer referencia a una reunión de creyentes en un hogar, como es el caso de la mencionada en la Epístola a los Romanos:

και την κατ οικον αυτων εκκλησιαν ασπασασθε επαινετον τον αγαπητον μου ος εστιν απαρχη της αχαιας εις χριστον. Salud también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo. Romanos 16: 5

o a una reunión de creyentes en una sola ciudad, como los mencionados en Apocalipsis:

λεγουσης βλεπεις γραψον εις βιβλιον και πεµψον ταις επτα εκκλησιαις εις εφεσον και εις σµυρναν και εις περγαµον και εις θυατειρα και εις σαρδεις και εις φιλαδελφειαν και εις λαοδικειαν. Que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Apocalipsis 1:11

Claramente esta referencia identifica a las iglesias no como una organización o edificio, sino a los grupos de personas que se reunían para deliberar sobre Cristo, por lo que Juan (el que supuestamente escribió el libro de Apocalípsis) o Pablo llaman a dichas congregaciones "iglesias".

Teniendo esto en mente me pregunto entonces, ¿qué es la iglesia, la gente, la organización o el liderazgo?

La Iglesia es el liderazgo, no los miembros

En la actualidad el término ha tomado otros matices y la iglesia es comúnmente identificada como la organización que adopta un conjunto de creencias y que encierra una serie de dogmas, reglas y parámetros. Por tal motivo, hoy por hoy se puede decir que la iglesia no es la gente y tal vez, solo tal vez (y más adelante analizaremos el asunto), la frase que nos ocupa podría tener sentido.

Las organizaciones religiosas cristianas, luego del desprendimiento generado por la reforma, han tomado rumbos diferentes al punto de que hoy en día tenemos miles de denominaciones cristianas, que van desde la llamada "madre Iglesia", pasando por los movimientos protestantes tradicionales y por sectas surgidas en el siglo XIX como restauracionistas, hasta las llamadas iglesias de garaje. En ese mar de incertidumbre religiosa cada una de estas organizaciones, o por lo menos la mayoría, asegura que es poseedora de la verdad absoluta y dueña de la verdadera filosofía y prácticas que llevarán al adepto hacia la anhelada salvación. Sin embargo, dichas organizaciones tienen como base una serie de interpretaciones completamente subjetivas de los textos sagrados generadas por sus líderes y/o fundadores, por lo que la "perfección" de estas iglesias estaría ubicada en el estante de la falencia humana.

Yo podría pensar que si las iglesias son las personas, estas tendría la facultad de hacer cambios en los dogmas y prácticas, así como lo pueden hacer los líderes, sin embargo, las personas no están facultadas para hacer nada de esto, sino sólo a obedecer aquello que los líderes, cubiertos por el misticismo y la supuesta revelación, y cobijados con el fanatismo ciego, les mandan hacer.

Desde este punto de vista podríamos decir que las personas no son la iglesia, sino que iglesia es el conjunto de creencias, doctrinas, prácticas y rituales que se crean a partir de los líderes de las mismas, por lo tanto la iglesia sería el liderazgo y no los adeptos de dichas organizaciones. De este modo, se puede comprender desde una mejor perspectiva el deseo incansable de los lideres religiosos de incentivar la creencia en que la perfección cubre su organización, pues es esta organización su creación particular, aquella que le encumbra al estado de voz autorizada de la deidad.

Algo para analizar...

Cuando tomamos el ritualismo religioso, su historia, prácticas, etc., notamos que "perfección" no es precisamente la palabra indicada para describir a la iglesia, pues por ejemplo, fue la creencia ciega la que históricamente causó millones de muertes, muertes instigadas por la sed de poder y control de los líderes religiosos, o en otras palabras, la sed de la iglesia. Asimismo, cuando vemos los aspectos positivos que tienen las organizaciones religiosas, notamos que, curiosamente, éstos provienen de las personas. La ayuda humanitaria en recursos económicos, alimentos, horas de trabajo, etc., son donados por las personas; los esfuerzos por ayudar a los pobres y necesitados, visitar y aliviar a los enfermos, entre otras cosas, provienen de las personas; la fraternidad y la buena voluntad, las manifestaciones de amor y caridad, todas vienen de las personas. Es por esto que mi opinión personal es que de existir cualquier atisbo de perfección en la religión, esta proviene directamente de la gente.

En contraste con lo anterior, he notado que la gran mayoría de los problemas y males de las religiones son causadas por sus lideres, y como ya establecí mi punto de vista en cuanto a que la iglesia es, en realidad, el liderazgo de la misma, podríamos decir que el gran problema de la iglesia es la iglesia en sí. Quizás si la palabra iglesia volviera a adoptar su antigua usanza para identificar al grupo de creyentes, y si le añadiéramos el hecho de que dichos creyentes tuvieran más incidencia en las prácticas de las organizaciones, la religión adquiriría un mejor sentido en la realidad actual, y dejaría de ser el foco de muchos de los males que aquejan a la sociedad, convirtiéndose así en el bálsamo sanador que tanto necesitamos como humanidad.

Cuando vemos que una persona creyente en cualquier denominación religiosa fomenta o comete actos de maldad (como Hitler o cualquier fanático religioso), la salida más rápida es decir que dicha maldad proviene de su ser particular, y que por ningún motivo es causada por su creencia. Cuando dicha maldad proviene de un líder religioso, como los actos de pederastia del clero católico o la masacre de Mountain Meadows perpetrada por los líderes del mormonismo, la respuesta es la misma, que dichos actos de maldad son consecuencia de la maldad del hacedor, nunca de la organización ni mucho menos de sus credos y prácticas. Aunque esto de cierta forma puede ser así, la declaración no es del todo cierta. 

Conclusión

Permítanme disentir. ¡Un sacerdote pederasta es tan culpable de maldad como lo es la organización que representa! Se preguntará porqué hago esta afirmación. Por qué si una organización religiosa, a la luz de la realidad demostrada, continúa influenciando la mente humana de forma contraria a los hechos probados y verificados con intención de perpetuar la exaltación de su liderazgo, al punto de que el miembro deposite una exagerada confianza y fe en dicho liderazgo a pesar de la reconocida falencia humana que nos obliga a tener cierto grado de desconfianza; al extremo de evitar que un ser querido reciba el tratamiento médico adecuado para curar una enfermedad sólo por que su líder, cura o pastor se lo mande; a la irracionalidad de entregar a su hija de 14 años a un hombre de 38 que ya tiene más de 30 esposas para "salvar" a su familia de la condenación eterna, entonces, y debido a que dichos dogmas son fomentados por los líderes religiosos, tal organización religiosa es tan culpable de la maldad como lo es el hacedor de la misma.

Tal vez tanto los miembros como la iglesia son imperfectos, pero si en alguno de los dos existe algo de perfección, no es en la organización o sus líderes en donde debemos buscarla.