Nos solemos preguntar si de pronto esta situación llegue a cambiar, y la gente pueda vivir con base en sus creencias religiosas sin intentar imponerlas a otros, sin adoctrinar a infantes de acuerdo a la cosmovisión subjetiva de los padres y líderes creyentes y sin impedir el ejercicio de actividades y formas de vida y creencias diferentes.
Tal manifestación en contra de la libertad de prensa es un claro indicio de un accionar oscuro, pues como reza el dicho "quien nada debe, nada teme". El que un Obispo católico quiera defender pederastas es algo que no nos asombra, pero que la gente se interponga a que se esclarezcan los hechos en los que hay víctimas infantiles de abuso sexual nos llena de alarma, por que el hecho de que alguien asegure creer en Dios y en las enseñanzas de éste, en nada tiene que ver que se defiendan y escondan abusadores, y cuando la gente no ve los problemas de sus organizaciones religiosas, nos indica que el lavado de cerebro ha llegado a límites insospechados.
Sin embargo, cuando somos testigos de casos en los que niños pequeños, quienes obviamente no pueden "saber" que es verdad o mentira, menos cuando han sido direccionados desde la cuna, expresan de forma irracional creencias y prácticas ajenas a su corta edad, cualquier esperanza de cambio se frustra. Dicho adoctrinamiento infantil en torno a un credo o culto, sumerge a los infantes en un abismo muy profundo, del que difícilmente se puede salir. En algunos casos, las sectas emplean el miedo como medio para empujar a los niños a la obediencia ciega, de esa forma tan vil, sectas como los Testigos de Jehová inducen a los infantes a callar mientras el líder habla, o de lo contrario algo malo podría sucederles (véase "Lección 15 Escucha lo que se dice en las reuniones"), o en el caso de la iglesia mormona, el método es la música infantil y el uso de la mentira y la manipulación.
En el portal web larepublica.pe, se publicó un interesante artículo sobre el lavado de cerebro en niños, el cual expone la forma en que el decir que se es religioso por voluntad propia no es del todo cierto.
En el portal web larepublica.pe, se publicó un interesante artículo sobre el lavado de cerebro en niños, el cual expone la forma en que el decir que se es religioso por voluntad propia no es del todo cierto.
“La sangre de Cristo tiene poder, tiene poder, tiene poder”, oí cantar a una pequeña niña de apenas 3 años de edad. Cuando interrogué a su madre de si consideraba que lo que estaba haciendo era un lavado de cerebro, reaccionó con sorpresa y lo negó tajantemente, a lo que inmediatamente agregué que, en cuestiones ideológicas, educar con un dogma se considera ‘adoctrinación’ ya que se le enseña a un menor un único credo, negando implícitamente a los demás. ¿Sabrá aquella madre por qué cree lo que cree?
Finalmente, los padres podemos apelar a la libertad que tenemos de decidir qué tipo de educación y valores queremos transmitirles a nuestros hijos. Sin embargo, ¿Dónde queda su libertad de decidir en qué van a creer cuando estén listos sin que antes ya los hayan bautizado en alguna denominación religiosa?
Lo contradictorio del asunto de los padres que instruyen a sus hijos con su religión es que ninguno de ellos desea, al menos conscientemente, que sus hijos piensen y crean exactamente lo mismo que ellos, sino que ellos puedan decidir, más adelante, lo que más les convenga o les haga felices, sin embargo, el lavado de cerebro lo realizan todo el tiempo al llevarlos a misa, leerles la Biblia, al orar por la noches, al bautizarlos, etc.
Llamemos las cosas por su nombre. Si consideras a Zeus, Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto o Afrodita como parte de la mitología (griega), pues en la cultura, donde nos ha tocado vivir, Yavéh, Jehová o Dios equivalen a la mitología judeo-cristiana. Entonces, ¿Por qué instruir a tus hijos con el dios que tus padres te enseñaron y negar a los otros? ¿Es un buen motivo bautizar a nuestros hijos con la religión que nuestros padres nos bautizaron a nosotros ? ¿La costumbre es una razón válida para mantener un dogma?
El antropólogo Dale McGowan, (Lic. de la Universidad de Berkeley) incluyó asesoramiento de educadores, médicos, psicólogos y filósofos, así como la experiencia de padres en el día a día en su libro ‘Parenting Beyond Belief’ o ‘Paternidad más allá de las creencias’. De igual manera, ofrece consejos e ideas sobre una variedad de temas, como “matrimonios mixtos”, cómo hacer frente a la muerte y la pérdida, de la moral y la ética, etc. La publicación incluye reflexiones de librepensadores como Mark Twain, Richard Dawkins, Bertrand Russell. El lavado de cerebro en niños/larepublica.peEsta línea de pensamiento es completamente congruente, y cualquier persona objetiva y con una conciencia libre lo entendería.
Un caso muy peculiar sucedió en el estado de Campeche en México, donde al intentar entrevistar al Obispo católico José Francisco González González, acusado de usar a los feligreses para defender a los sacerdotes Francisco Velásquez Trejo y Martín Mena Carrillo, acusados de pederastia, los miembros de dicha iglesia impidieron el ejercicio de la función del periodista usando arengas y "oraciones", demostrando un claro fanatismo y una oposición a que la verdad sea manifestada.
Video del impedimento de la función periodística (cortesía del amigo Angel Canal)
Tal manifestación en contra de la libertad de prensa es un claro indicio de un accionar oscuro, pues como reza el dicho "quien nada debe, nada teme". El que un Obispo católico quiera defender pederastas es algo que no nos asombra, pero que la gente se interponga a que se esclarezcan los hechos en los que hay víctimas infantiles de abuso sexual nos llena de alarma, por que el hecho de que alguien asegure creer en Dios y en las enseñanzas de éste, en nada tiene que ver que se defiendan y escondan abusadores, y cuando la gente no ve los problemas de sus organizaciones religiosas, nos indica que el lavado de cerebro ha llegado a límites insospechados.
Desgraciadamente, para éste tipo de creyentes, es mejor un cura abusador rodeado de monaguillos a quienes victimizar, que una pareja gay adoptando un hijo abandonado a quien amar.
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